Una de las tareas de mayor envergadura que ha asumido Colombia es reparar a las víctimas. Parte de esa reparación, contemplada en la Ley de Víctimas, es la celebración de un día en homenaje a ellas cada 9 de abril. Más que una conmemoración, esta fecha se ha convertido en la oportunidad para hacer visible la enorme tarea que queda por delante, con marchas y protestas.
Colombia tiene siete millones de víctimas del conflicto armado, casi todas ellas desplazados, y el número sigue creciendo. Aunque el gobierno ha establecido un ambicioso programa de reparaciones administrativas, colectivas e individuales, simbólicas y económicas; y se ha creado todo un sistema de reparación de tierras, la gran mayoría de quienes han sufrido las secuelas de la guerra sienten que aún no se han restaurado sus derechos completamente. Por lo menos 400.000 personas han recibido algún tipo de reparación, pero la principal crítica que hacen es que ésta no ha sido integral. Igual sinsabor ha dejado la reparación por vía judicial, que es lenta y tortuosa.
Hay que reconocer que se ha ganado mucho. Las víctimas se han convertido en estos años en un grupo visible, que eleva su voz, y gran capacidad de organización. La existencia de la Ley, y de todas las instituciones creadas para enfrentar la tarea de la reparación, son sin duda, otro logro. Así mismo es un avance significativo que las víctimas hayan sido escuchadas en la Mesa de Conversaciones de La Habana, algo inédito en los procesos de paz que ha vivido Colombia.
Sin embargo, hay serios problemas que ensombrecen la voluntad política que sin duda existe, de reparar a las víctimas, en lo material y simbólico. Las amenazas a líderes, y la persistencia de la violencia en sus territorios es posiblemente el mayor de ellos, porque sabotea las posibilidades de no repetición. La lentitud de las instituciones, y su incapacidad para resolver los problemas de manera expedita y definitiva es un segundo gran obstáculo. Y el todavía lejano horizonte de la reconciliación que permita cerrar las heridas, y seguir adelante, es un tercer gran desafío. Tarea que dependerá en buena medida de que haya un cierre del conflicto que sea generoso en reconocimiento de la verdad y en reparación, y que haya una verdadera transición de la guerra hacia la paz.
En este corto especial VerdadAbierta muestra el panorama de las víctimas del despojo de tierras, de ejecuciones extrajudiciales, y del proceso de justicia y paz. Sus voces son críticas, y de alguna manera son el reflejo, a la vez, de lo mucho que se ha hecho, y de todo lo que falta por hacer.
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