Si algo quedó claro en el promocionado debate sobre las supuestas relaciones del senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez con sectores del narcotráfico y el paramilitarismo es el efecto que esa discusión tuvo en el país: una polarización a fondo de dos ideologías que se perciben cada vez más irreconciliables.
Tras un preámbulo cargado de afirmaciones contra Cepeda y todos aquellos que apoyaron el debate hechas por senadores del Centro Democrático, intentos de algunos congresistas de declararse impedidos por sus lazos familiares ligados a grupos paramilitares y ataques del senador Uribe contra las Farc, algunos medios de comunicación y la Presidencia de la República, el debate comenzó con poco más de una hora de retraso.
La exposición de Cepeda abarcó buena parte de la vida pública de Uribe, desde cuando irrumpió en la vida nacional como Director de la Aerocivil, luego como Alcalde de Medellín, después como Senador y Gobernador de Antioquia, pasando por su candidatura a la Presidencia y ya como Jefe de Estado en dos periodos (2002-2006, 2006-2010).
Registros de prensa, documentos oficiales, respuestas a consultas, escrituras, apartes de expedientes judiciales y un conjunto de testimonios le sirvieron de soporte a Cepeda para asegurar que “el expresidente (Uribe) pertenece a un entorno que accionó las palancas del crimen para la destrucción de los valores democráticos. Nunca como hasta sus dos gobiernos el país fue sometido a tanta indignidad expresada por la entronización en el poder ejecutivo de una amplia red que conformó una especie de mafia de Estado”.
El senador Uribe salió del recinto antes de que Cepeda comenzara su exposición y regresó momentos antes de que acabara para intervenir y rebatir los señalamientos hechos en su contra. Al final de su intervención, se retiró del recinto, circunstancia que fue calificada como “debilidad” por algunos congresistas, lo que llama la atención, pues el expresidente está acostumbrado a batirse en la arena política con más encono que el demostrado ayer.
Al final, después de más de diez horas de debate, el resultado es una profunda brecha entre las dos posturas ideológicas que representan Cepeda y Uribe. Tal polarización tendrá su impacto, sin duda alguna, en el proceso de negociación con las Farc que adelanta el gobierno nacional en La Habana, Cuba, así como en las decisiones que se tengan que tomar en el Congreso de la República.