Yo sobreviví Archives | VerdadAbierta.com https://verdadabierta.com/category/victimas/yo-sobrevivi/ Periodismo a profundidad sobre conflicto armado en Colombia. Tue, 30 Apr 2024 17:11:17 +0000 es-CO hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 “Yo como madre, como esposa, no puedo perdonar” https://verdadabierta.com/yo-como-madre-como-esposa-no-puedo-perdonar/ https://verdadabierta.com/yo-como-madre-como-esposa-no-puedo-perdonar/#respond Sat, 06 Feb 2016 12:51:42 +0000 El 2 de enero de 2005 paramilitares del Bloque Centauros asesinaron a cuatro personas de una misma familia en la vereda El Viso del municipio de Maní, Casanare. Las víctimas fueron Antonio Díaz y sus hijos David, Ariel y Ronny, quienes tenían 13, 18 y 23 años. Mariela, esposa y madre, insiste en que tiene […]

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El 2 de enero de 2005 paramilitares del Bloque Centauros asesinaron a cuatro personas de una misma familia en la vereda El Viso del municipio de Maní, Casanare. Las víctimas fueron Antonio Díaz y sus hijos David, Ariel y Ronny, quienes tenían 13, 18 y 23 años. Mariela, esposa y madre, insiste en que tiene el derecho a no perdonara los asesinos de su familia.  Última entrega del proyecto ‘Yo sobreviví’ys mani

Con esta entrega, terminamos la primera etapa de Yo sobreviví, un proyecto de periodismo testimonial de Rutas del Conflicto y VerdadAbierta.com, en el que las víctimas, por medio de su propia voz, reconstruyeron la historia de los hechos que las enlutaron. En total publicamos 26 relatos que puede consultar a continuación:

Otros relatos de Yo sobreviví

– “No sé por qué ocurrió la masacre de La Horqueta”

– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

– “Alias ‘Tolemaida’ asesinó a mi papá”

– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete nohace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

– “Por sindicalista querían asesinarme”

– “Aunque el tiempo pasa, a diario recuerdo ese momento”

– Hato Nuevo sigue siendo un pueblo fantasma

– “Todo nuestro territorio fue prácticamente destruido”

“Si Miguel estuviara aquí”

“Aún guardo la esperanza de encontrar el cuerpo de mi esposo”

“Los cocíamos con cáñamo para ponerlos en un ataúd”

“Mi sueño es recordar sin dolor”

“Esto no se lo deseo a nadie”

“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

“¿Qué pasó con mi familia?”

“He podido ayudar a otros y eso me llena”

“De pronto algún día reviva el pueblo”

“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante”

“Había aviones, bengalas y bombardeos. Parecía una película de Vietnam”

Un recuerdo que nunca se borra

“Usted no sabe lo que es tener la muerte al frente suyo”

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“Yo vencí el miedo de hablar el día de la desaparición de mi hermano” https://verdadabierta.com/yo-venci-el-miedo-de-hablar-el-dia-de-la-desaparicion-de-mi-hermano/ https://verdadabierta.com/yo-venci-el-miedo-de-hablar-el-dia-de-la-desaparicion-de-mi-hermano/#respond Sat, 30 Jan 2016 11:07:46 +0000 El 7 de octubre de 1993, guerrilleros del Frente Elkin González del Epl asesinaron a una pareja de esposos y una de sus hijas en el corregimiento La Esperanza, del municipio El Carmen de Viboral, Antioquia. En el caso resultaron heridas dos hijas más de la familia. Amanda Gallego, quien quedó gravemente afectada y la […]

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El 7 de octubre de 1993, guerrilleros del Frente Elkin González del Epl asesinaron a una pareja de esposos y una de sus hijas en el corregimiento La Esperanza, del municipio El Carmen de Viboral, Antioquia. En el caso resultaron heridas dos hijas más de la familia. Amanda Gallego, quien quedó gravemente afectada y la creyeron muerta, cuenta 22 años después cómo sobrevivió a estos dolorosos hechos y cómo a pesar de los años sigue buscando a su hermano desaparecido.

ys carmen viboral

“Mi nombre es Amanda de Jesús Gallego Quintero, sobreviviente de los hechos del 7 de octubre de 1993 en la vereda La Esperanza del municipio de El Carmen de Viboral, en la que fueron asesinados mi hermana Noemí Gallego Quintero y mis padres José Ignacio Gallego y María Oliva Quintero. Ellos tenían 28 años, 49 y 47.

Esa mañana unos hombres llegaron a mi casa preguntando por mí. Mi madre, que estaba despierta desde las cuatro de la mañana, fue a la primera que mataron, recibió un disparo en la espalda porque se puso a tirarles unos chamisos. Mi papá les abrió y les empezó a preguntar que para qué me necesitaban, cuando me di cuenta, mi papá se les estaba enfrentando.

Cuando salí de la casa, los tipos me dispararon en el pie, mi papa se volteó a mirarme y dijo “¡me mataron mi hija!”. Fue en ese momento cuando le pegaron el primer tiro a él. Luego entró un solo tipo a la cocina, terminó de matar a mi papá y me pegó un disparo en la cabeza y dos machetazos. Después comenzó a pisotearme y decía “esta perra ya está muerta”.

Mi hermanita pequeña estaba encerrada en una pieza con los otros hermanitos pequeños que había en ese momento. Ella gritaba “¡no más, no más!”, y él enceguecido seguía acabando con todo. Por último, ella salió, se le pegó a la camisa y él le dijo “aquí la dejo para que luche por todos esos chinches, no la queremos ver por acá”. Cuando iba a salir, mató a mi hermana mayor Noemí de un disparo en la cabeza.

Se fueron y llegó un vecinito mío, entró a la casa y se dio cuenta que yo estaba viva. Empezó a pedir ayuda y auxilio de la gente, pero a los vecinos les daba miedo porque decían “donde nos la llevemos, nos la quitan por el camino y la acaban de rematar”. Ya después llegó el Ejército, pidió una ambulancia al municipio de Cocorná, que inmediatamente me llevó al hospital de Santuario y de ahí me transfirieron al Hospital San Vicente de Paul en Medellín, donde me dejaron internada dos meses.

Luego de eso me quedé en Medellín y me traje los ocho hermanitos que me quedaron, no podía volver. Quedé sorda del oído izquierdo, ciega del ojo derecho y no puedo caminar bien. Comencé a recibir terapia psicológica en la Gobernación de Antioquia, porque yo sentía pena de toda la gente, no era capaz de mirar a nadie.Las personas me preguntaban qué me había pasado y yo respondía “no me pregunten, que lo que me pasó es para que no me lo pregunte nadie”.

En 2014, José Ovidio Restrepo Gallego, exguerrillero del Frente Elkin González del Epl, fue condenados a 60 años de prisión en primera y segunda instancia por este y más delitos, junto a otro de sus compañeros. Yo hubiera querido estar más presente en las audiencias, pero no podía. Yo quería que cuando ellos dijeran “no fuimos”, yo poder decir que sí fueron. Entonces me quedé con ese vacío, con esas ganas de reventar y decir: “sí, ustedes lo hicieron”.

Pero yo vencí el miedo de hablar el día de la desaparición de mi hermano, el 30 de agosto de 1999, un día de paro armado que no se me olvida. Yo le dije a mi hermano que no fuera para allá. Puse una denuncia de desaparición en la Defensoría del Pueblo, pero nada. Luego me uní a las Madres de la Candelaria un día que hicieron una marcha en la vereda de La Esperanza por una desaparición de 15 personas. Desde que entré a la organización empecé a dejar esa pena, a hablar sin miedo.

A la fecha no me siento reparada y mi sueño es tener mi casa propia para mis hijos, tener con qué sacarlos adelante y prepararme profesionalmente. En este momento tengo tres hijos y tengo la esperanza de que algún día voy a encontrar a mi hermano”.

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

Otros relatos de Yo sobreviví

– “No sé por qué ocurrió la masacre de La Horqueta”

– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

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– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete no hace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

– “Por sindicalista querían asesinarme”

– “Aunque el tiempo pasa, a diario recuerdo ese momento”

– Hato Nuevo sigue siendo un pueblo fantasma

– “Todo nuestro territorio fue prácticamente destruido”

“Si Miguel estuviara aquí”

“Aún guardo la esperanza de encontrar el cuerpo de mi esposo”

“Los cocíamos con cáñamo para ponerlos en un ataúd”

“Mi sueño es recordar sin dolor”

“Esto no se lo deseo a nadie”

“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

“¿Qué pasó con mi familia?”

“He podido ayudar a otros y eso me llena”

“De pronto algún día reviva el pueblo”

“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante”

“Había aviones, bengalas y bombardeos. Parecía una película de Vietnam”

Un recuerdo que nunca se borra

“Usted no sabe lo que es tener la muerte al frente suyo”

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Al hermano de Juana* lo desaparecieron paramilitares de ‘HK’, mando medio de los Buitragueños en Villanueva, Casanare, en agosto de 2002. Parte del gran número de desapariciones en Casanare se atribuyen a la guerra entre dos bandos paramilitares, el Bloque Centauros, que venían del Urabá Antioqueño con el narcotraficante Miguel Arroyave, y los ‘Buitragueños’  de Héctor Buitrago y su hijo ‘Martín Llanos’, oriundos de la región. Luego de los hechos, Juana tuvo que dejar su tierra e irse a Bogotá.

ys llanosLos Llanos Orientales fueron escenario de la guerra entre paramilitares de las Autodefensas Campesinas de Casanare y el Bloque Centauros. Fotos: archivos Semana y partícular.“Yo soy sobreviviente de desplazamiento forzado y desaparición forzada. Vivía en Villanueva, Casanare, en el corregimiento de Aguaclara en la época del paramilitarismo de ‘HK’ y los Buitrago. Yo tenía mi niño de 10 años y tuve que salir de allí, mandarlo para Yopal porque a los niños los reclutaban desde esa edad. Ellos reunían a toda la gente del pueblo y daban las órdenes. Venían con lista en mano y nos llegaban a las casas a cualquier hora del día, sobre todo en la madrugada.

El objetivo de ellos, aparte de sembrar el terror masacrando gente y dejándola en los árboles de los parques colgada, era reclutar jóvenes, como mis hermanos. Uno tenía alrededor de 28 y el otro tenía 32.

En Aguaclara, a nosotros nos llegaron a la finca a la 1 de la mañana. Mujeres para un lado, hombres para el otro y niños en un cuarto. Cogí mi niño y nosotros salimos por una puerta trasera que tenía la casa que conectaba a la platanera que teníamos.

Cada quien tenía que correr y salvar su vida. Contra los únicos que no atentaban era contra los abuelos y los niños pequeños. Pero si tenían de nueve años en adelante los reclutaban. Nosotros pudimos escaparnos. No sé cuánto caminamos, hasta que amaneció, y nos escondimos en el monte hasta que volvió y anocheció. A uno de mis hermanos sí se lo llevaron, lo desaparecieron en agosto de 2002. El otro se escapó por encima de un alambrado que había.

A los ocho días, el muchacho que tanqueaba en la bomba de Aguaclara nos dijo un día que a vio a mi hermano en una camioneta de platón y llevaban a tres muchachos más amordazados y amarrados. Mi hermano en este momento está muerto, nunca pudimos encontrar el cuerpo.

Al ver la destrucción y el dolor de la familia, estaba resuelta a que me mataran o a saber algo de mi hermano. Saqué una cita con el comandante de la región, con ‘HK’,  y no me atendió.
En la región estaba Héctor Buitrago y otro de Urabá al que no me le sé el nombre. Ahí se desató la guerra. En Yopal y en Casanare había toque de queda a las 6 de la tarde y esto se convertía en  un pueblo fantasma.

Cuando vinieron esos paramilitares de Urabá reclutaban muchachos a la fuerza. A los que no hacían caso los mutilaban, los rapaban, les quitaban los deditos por pedacitos. En esas cayó un amigo de nosotros, un compañero de barrio. Se lo entregaron completamente mutilado a la mamá. Usted salía y había en el parque tres sin cabeza, sin los brazos, con el corazón por fuera. Después del desplazamiento  sabemos que cogieron al señor Buitrago vivo y lo condenaron.

Me tocó irme para Yopal con mi hijo. Me recibió una señora que vivía al lado de la Procuraduría. A los 15 días dos paramilitares fueron a tocarme la puerta. Usted no sabe lo que se siente tener la muerte al frente. Dijeron que estaban buscando a una señora con mis características.

Me la describieron y yo dije que no la distinguía, pero me estaba describiendo a mí. Le dije que en esa casa vivía una señora que se fue hace dos meses. Insistieron en que buscaban una señora que se trasteó hace ocho o 15 días. Pues era yo. Pero yo digo que Dios lo tiene a uno para algo más. Me dijeron que de todas maneras los llamara si sabía algo.

En la noche cogí mi chinito, mi maleta, y arranqué pa’ Bogotá. Llegué a dormir al terminal porque no sabía dónde vivía mi tía, que era donde me iba a quedar. En Bogotá duré refugiándome desplazada siete años. Volví en 2010, cuando Unidad de Víctimas dijo que ya podía regresar a Casanare.

Me amenazaron de nuevo, pero denuncié ante Fiscalía y Personería. En Bogotá me había capacitado y cuando volví a Yopal intenté orientar a las víctimas que viven en un limbo porque ignoran la ley. Hay personas que llevan 10 años desde que les mataron a sus hijos, a sus padres, ni siquiera saben qué hacer. Voy para tres años trabajando con víctimas del conflicto armado, pero nosotros no tenemos ninguna retribución por nuestro trabajo. Estoy trabajando honoris causa por las 36.000 víctimas que hay en Yopal.

Conformo una asociación de mujeres víctimas del conflicto armado. Viudas, jóvenes, madres cabezas de hogar, y estamos buscando que el gobierno nos ayude para un subsidio de compra de tierras, para hacer un proyecto productivo agrícola y sostenernos.

Mi trabajo es empoderar a las mujeres que están siendo estigmatizadas por ser desplazadas porque en las entidades le dicen a uno que trabaje, que no pida. Empecé a gestionar un capital semilla para arrancar. Presenté un proyecto al Ministerio de Agricultura y salió dentro de36 proyectos a en Casanare y solo escogían cinco.

Estamos a la espera de que pase el proyecto y de que termine la ley de garantías porque eso generaría empleo, independencia. Uno se convierte en ejemplo de superación para muchas personas que están con la venda en los ojos porque no hay quién los oriente. Hay 10 familias comprometidas en el proyecto agrícola, porque no a todas les gusta la agricultura, y de este grupo, la mayoría son mujeres cabeza de familia víctimas del conflicto armado que están al frente de sus hogares.

Para nosotros no ha habido ninguna respuesta a pesar de que ya se denunció, se hizo todo el proceso. Y le dicen a uno que hay que esperar porque son miles de casos. Fiscalía tiene sus procesos ahí pendientes, nunca se ha sabido nada, estamos a la espera. Se ha oído hablar sobre las purgas que pagaron los victimarios en periódicos y noticias. A ellos les rebajaron penas por colaborar con la justicia, por decir dónde estaban los muertos y las fosas. Son muchos los muertos y  uno no pierde la esperanza de que algún día le digan que estos son los restos de su hermano.”

Escuche algunos relatos al respecto

*Se cambia el nombre de la víctima por razones de seguridad.

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

Otros relatos de Yo sobreviví

– “No sé por qué ocurrió la masacre de La Horqueta”

– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

– “Alias ‘Tolemaida’ asesinó a mi papá”

– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete no hace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

– “Por sindicalista querían asesinarme”

– “Aunque el tiempo pasa, a diario recuerdo ese momento”

– Hato Nuevo sigue siendo un pueblo fantasma

– “Todo nuestro territorio fue prácticamente destruido”

“Si Miguel estuviara aquí”

“Aún guardo la esperanza de encontrar el cuerpo de mi esposo”

“Los cocíamos con cáñamo para ponerlos en un ataúd”

“Mi sueño es recordar sin dolor”

“Esto no se lo deseo a nadie”

“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

“¿Qué pasó con mi familia?”

“He podido ayudar a otros y eso me llena”

“De pronto algún día reviva el pueblo”

“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante”

“Había aviones, bengalas y bombardeos. Parecía una película de Vietnam”

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Un recuerdo que nunca se borra https://verdadabierta.com/un-recuerdo-que-nunca-se-borra/ https://verdadabierta.com/un-recuerdo-que-nunca-se-borra/#respond Fri, 11 Dec 2015 12:27:00 +0000 Cuando ocurrió la masacre, Manuela vivía en Nueva Venecia con su familia. Los ‘paras’ asesinaron a uno de sus hermanos y junto a su familia tuvo que abandonar la casa y comenzar una nueva vida en Pueblo Viejo. Aunque ha pasado más de una década, aún es muy difícil traer al presente esos recuerdos que […]

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Cuando ocurrió la masacre, Manuela vivía en Nueva Venecia con su familia. Los ‘paras’ asesinaron a uno de sus hermanos y junto a su familia tuvo que abandonar la casa y comenzar una nueva vida en Pueblo Viejo. Aunque ha pasado más de una década, aún es muy difícil traer al presente esos recuerdos que tanto dolor causaron.

ys nueva veneciaNueva Venecia fue escenario de la violencia del Bloque Norte de las Auc en Magdalena.

“Mi esposo, como la mayoría de hombres del pueblo se dedicaba a la pesca. Todo en Nueva Venecia era pesca, pesca, pesca. Muy pocos trabajaban en algo diferente. Ese día en la tarde nos dedicamos a lo de siempre. En la madrugada, todos en la casa  empezamos a sentir algo raro, me acuerdo que escuché algunos disparos y hasta le pregunté a mi mamá eso que era. Mi hermano Emidio se levantó porque tenía que irse a trabajar. Se vistió y dijo que iba en la canoa a buscar a su compañero. Nosotras nos quedamos en la casa.
Dicen, que cuando mi hermano llegó a la casa de su amigo, solo alcanzó a recostar la canoa al frente de la casa”.  Él trató de huir nadando pero no pudo, le siguieron disparando hasta matarlo.

Después de enterarnos que habían matado a mi hermano y que seguían matando a la gente, nos tocó coger nuestras cosas y salir rápido hacia Sitio Nuevo. Ahí duramos todo ese día con nuestros niños pequeños. No pudimos probar un solo bocado de comida porque no teníamos. Después de ese día llegamos a Pueblo Viejo, prácticamente a comenzar de cero. A mí me tocó empezar a trabajar en la venta del camarón y mi marido seguía trabajando en la pesca. Años después la situación se complicó aún más porque a mi esposo le dio una enfermedad renal, entonces ya no podía trabajar. Desde la llegada de esa enfermedad, me ha tocado buscar la plata para comer y sacar mis hijos adelante.

Menos mal que ahora mis hijos están grandes y tienen su propio hogar, solo me queda mi hija menor que sigue estudiando. Pero la situación sigue siendo complicada porque en este momento ninguno de los dos trabajamos. Por su enfermedad no puede hacer nada y a mí me toca cuidarlo todo el tiempo. Las diálisis hay que hacérselas día de por medio, toca buscar la plata para el transporte y como tal los viáticos. Muchas veces no tenemos esa plata entonces nos toca someternos a lo que la gente quiera ayudarnos.  Ha habido veces en que nos queda imposible ir a las terapias y mi marido se hincha horrible, mejor dicho, se enferma peor. Mi esposo dice que ya está cansado, le da pena estar pidiendo todo el tiempo. Nosotros si recibimos algo de dinero por la masacre, pero eso no alcanzó para mucho.

Yo no quiero volver al pueblo porque me da temor, me da nostalgia. Se han muerto más familiares allá, pero la verdad yo no soy capaz de ir y recordar todo eso que nos pasó. No quiero. Por eso, la verdad es que yo todavía no soy capaz de perdonarlos, nos ocasionaron mucho daño sin ser personas malas, no merecíamos vivir todo eso.

Yo tuve las agallas de declarar hasta el 2008 porque nunca ha sido nada fácil recordar lo que ocurrió allá. Hace muy poco oímos decir que fue Jorge 40 pero en ese grupo uno no sabe ni quién es el que dirige”.

Escuche el testimonio de otra víctima

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Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

Otros relatos de Yo sobreviví

– “No sé por qué ocurrió la masacre de La Horqueta”

– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

– “Alias ‘Tolemaida’ asesinó a mi papá”

– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete no hace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

– “Por sindicalista querían asesinarme”

– “Aunque el tiempo pasa, a diario recuerdo ese momento”

– Hato Nuevo sigue siendo un pueblo fantasma

– “Todo nuestro territorio fue prácticamente destruido”

“Si Miguel estuviara aquí”

“Aún guardo la esperanza de encontrar el cuerpo de mi esposo”

“Los cocíamos con cáñamo para ponerlos en un ataúd”

“Mi sueño es recordar sin dolor”

“Esto no se lo deseo a nadie”

“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

“¿Qué pasó con mi familia?”

“He podido ayudar a otros yeso me llena”

“De pronto algún día reviva el pueblo”

“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante”

“Había aviones, bengalas y bombardeos. Parecía una película de Vietnam”

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“Había aviones, bengalas y bombardeos. Parecía una película de Vietnam” https://verdadabierta.com/habia-aviones-bengalas-y-bombardeos-parecia-una-pelicula-de-vietnam/ https://verdadabierta.com/habia-aviones-bengalas-y-bombardeos-parecia-una-pelicula-de-vietnam/#respond Sat, 21 Nov 2015 13:55:13 +0000 En noviembre de 2000, guerrilleros de las Farc asesinaron a cuatro personas en Ataco, Tolima. Entre las víctimas estaban un padre y sus dos hijos. La guerrilla también decapitó a una mujer, Nohelia Martínez. Un profesor sobreviviente cuenta lo que pasó. “Yo vengo del corregimiento de Santiago Pérez, Ataco. Antes de 1999 teníamos tanto Ejército […]

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En noviembre de 2000, guerrilleros de las Farc asesinaron a cuatro personas en Ataco, Tolima. Entre las víctimas estaban un padre y sus dos hijos. La guerrilla también decapitó a una mujer, Nohelia Martínez. Un profesor sobreviviente cuenta lo que pasó.

“Yo vengo del corregimiento de Santiago Pérez, Ataco. Antes de 1999 teníamos tanto Ejército como Policía en el municipio. Sin embargo, entre septiembre y octubre de 1999 el Estado sacó a la fuerza pública de la estación que había en Casa Verde, una vereda cercana a Santiago Pérez. De un momento a otro amanecimos sin Policía. Eso dio pie para que llegaran los ‘paras’ y la guerrilla.

Yo era profesor de la vereda El Brillante y me tocó presenciar muchas cosas. El 26 de enero del 2000 hubo una incursión del Frente 21 de las Farc. Asesinaron a cuatro campesinos que nada tenían que ver con el conflicto armado. Los cogieron en la calle, se asustaron, salieron corriendo y los asesinaron. Eran personas conocidas en la región y nos dolió mucho. En agosto, unos paramilitares asesinaron a un presidente de la junta, un concejal y otras personas delante de todo el pueblo. Llegó la retaliación por parte de las Farc aprovechando que no había fuerza pública. Asesinaron a Nohelia Martínez y a una familia completa. Un comerciante fue a hacer la fosa común para enterrarlos y lo asesinaron también.

En diciembre de 2000 mi familia decidió salir del corregimiento y nos fuimos para Ibagué. Mis papás tenían un colegio en Santiago Pérez, dos casas y dos fincas en veredas cercanas, La Ensillada y Buenos Aires. Nos tocó dejar todo eso abandonado. Salimos desplazados y la guerrilla ocupó esos bienes. Se llevaban las cosas de valor para ellos y regalaban las propiedades a sus familiares para que las administraran.

Apenas llegamos a Ibagué, el Gobierno nos dio tres ayudas humanitarias y no más. Como todavía dependíamos de lo que se cosechaba en nuestras fincas, café y cacao, nos reunimos con algunos campesinos que también se habían desplazado y le pedimos a la fuerza pública que nos acompañaran a recoger la cosecha.

El 5 de abril de 2003 volvimos a recoger café y las Farc asesinaron a unos señores, entre ellos a un tío mío. A raíz del desplazamiento vimos la necesidad de organizarnos con otros grupos de víctimas y hemos luchado por el retorno de las familias a Santiago Pérez.

En Ataco, Rioblanco, Chaparral y Planadas, están alrededor del 50% de solicitudes de restitución de tierras en Tolima. Hay más de 5 mil solicitudes en el departamento, de las cuales casi 1.100 corresponden a Ataco pero no hay garantías para volver.

Santiago Pérez era un sitio clave para que la guerrilla llegara a Puerto Saldaña, porque quedan muy cerca. Los divide una montaña. Santiago Pérez pertenece a Ataco y Puerto Saldaña a Rioblanco. Allí en Puerto Saldaña ocurrió una masacre muy grande que cometieron las Farc en abril del 2000.

De profesor presencié todo, vi mucha violencia que creo que muy pocas personas han vivido en Colombia. Recuerdo una ocasión en la que hubo más deocho días de constantes combates entre guerrillas y autodefensas. Llegó inclusive la fuerza pública, había aviones, bengalas y bombardeos, eso parecía una película de Vietnam.

Vi pasar muchos guerrilleros por la vereda El Brillante por una carretera que comunica con la vereda El Cairo, que fue donde ellos montaron la base para atacar al corregimiento de Puerto Saldaña. Vi cosas que me afectaron mucho, niños heridos, vueltos nada. A uno le da pesar de los guerrilleros, porque de todas maneras son seres humanos que así pertenezcan a grupos armados sienten lo mismo que uno.

Hay mucha tierra abandonada en este momento. En la parte alta de las fincas de las víctimas había café y en la parte baja había cultivos de cacao y también ganadería extensiva. Siempre nos hemos preguntado por qué la fuerza pública abandonó el lugar. En ese tiempo estaban en diálogos con las Farc en El Caguán, se rumoraba que las Farc le habían pedido el despeje de esa zona al Gobierno pero eso nunca fue público. Todavía nos hacemos esa pregunta, ¿por qué el Estado nos abandonó? Nuestra familia ha sido blanco de amenazas, se presume que vienen de parte de la columna Héroes de Marquetalia, que delinquen en Santiago Pérez y Puerto Saldaña.

Desde que me fui he aprendido mucho. El Sena dicta unas capacitaciones que han cambiado mi forma de pensar respecto a cómo seré cuando regrese a mi tierra. Veo la vida con otra visión. Me ha servido estar en la ciudad, he aprendido sobre liderazgo. En este momento no tengo vivienda propia pero tengo un hogar, tengo un hijo de dos añitos al que le quiero dar una educación y un mejor mañana”.

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– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

– “Alias ‘Tolemaida’ asesinó a mi papá”

– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete no hace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

– “Por sindicalista querían asesinarme”

– “Aunque el tiempo pasa, a diario recuerdo ese momento”

– Hato Nuevo sigue siendo un pueblo fantasma

– “Todo nuestro territorio fue prácticamente destruido”

“Si Miguel estuviara aquí”

“Aún guardo la esperanza de encontrar el cuerpo de mi esposo”

“Los cocíamos con cáñamo para ponerlos en un ataúd”

“Mi sueño es recordar sin dolor”

“Esto no se lo deseo a nadie”

“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

“¿Qué pasó con mi familia?”

“He podido ayudar a otros y eso me llena”

“De pronto algún día reviva el pueblo”

“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante”

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“Es muy duro, pero hay que echar pa’ delante” https://verdadabierta.com/es-muy-duro-pero-hay-que-echar-pa-delante/ https://verdadabierta.com/es-muy-duro-pero-hay-que-echar-pa-delante/#respond Sat, 14 Nov 2015 12:45:20 +0000 Ángela Escudero sobrevivió a una masacre cometida en enero de 2003 por el Frente Noveno de las Farc en San Carlos, Antioquia. Fueron asesinadas 18 personas y 800 tuvieron que desplazarse. Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad […]

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Ángela Escudero sobrevivió a una masacre cometida en enero de 2003 por el Frente Noveno de las Farc en San Carlos, Antioquia. Fueron asesinadas 18 personas y 800 tuvieron que desplazarse.ys dos quebradas

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

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50 paramilitares del Bloque Norte llegaron al corregimiento de Trojas de Cataca, Pueblo Viejo, Magdalena en febrero de 2000. Asesinaron a seis pescadores en la ciénaga y provocaron un éxodo masivo. Nancy Sánchez sobrevivió a todo y cuenta qué pasó con ella después del desplazamientoys trojas de cataca

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

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El 24 de enero de 1992, hombres armados llegaron al barrio La Esperanza de Barrancabermeja, Santander, y asesinaron a seis personas que se encontraban junto al billar ‘El Tropezón’. El hermano de Richard Álvarez murió en la masacre y cuenta cómo, después de los hechos, su familia casi se desintegrays billar el tropezon

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

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“¿Qué pasó con mi familia?” https://verdadabierta.com/que-paso-con-mi-familia/ https://verdadabierta.com/que-paso-con-mi-familia/#respond Sat, 10 Oct 2015 00:35:45 +0000 Una mujer padeció en carne propia y ajena el conflicto del Bajo Putumayo. Se salvó de ser secuestrada cuando niña, sobrevivió a las masacres paramilitares pero mataron a varios de sus familiares y fue violada delante de su hijo. “Una psiquiatra intentó enseñarme que no había hombres malos y que los supuestos hombres malos tenían […]

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Una mujer padeció en carne propia y ajena el conflicto del Bajo Putumayo. Se salvó de ser secuestrada cuando niña, sobrevivió a las masacres paramilitares pero mataron a varios de sus familiares y fue violada delante de su hijo.

ys putumayo 1“Una psiquiatra intentó enseñarme que no había hombres malos y que los supuestos hombres malos tenían conciencia. Pero yo no podía entender eso”. Foto: archivo Semana.

“Mi madre fue desaparecida y muerta presuntamente en La Hormiga, Putumayo, en los ochenta. Se dice que fueron las Farc y que también secuestraron a mi hermanita de 2 años.

Mi madre, una soltera de 24 años, me dejaba con una tía en una vereda que quedaba como a dos horas de donde ella trabajaba. Tengo entendido que los fines de semana me recogían y entre semana se iba con mi hermana pequeña. Un día no fue por mí y todo el mundo se quedó tranquilo porque pensaron que no le habían dado permiso en el trabajo. A los 15 días se dieron cuenta. Las palabras textuales de una tía fueron: “a su mamá la desaparecieron, posiblemente la mataron. O se mataría, quién sabe”.

De mi hermana no me dijeron nada sino años después. Al tiempo me fui y volvía a veces cuando ya tenía 14 años, para buscar la verdad de por qué desaparecieron a mi madre y para saber de mi hermana. La daba por muerta pero alguien me dijo que vivía en otro departamento porque se le había escapado a la guerrilla. Nos reencontramos en Cali cuando yo tenía 21 y ella 19.

Ese día me contó todo el calvario que tuvo que vivir para salir. A ella la secuestraron en La Hormiga cuando tenía 2 años y se voló a los 16, pero en esas mataron a una muchacha porque la confundieron con ella. Ese es el trauma con el que mi hermana no puede… Ella superó la violación, porque fue violada y maltratada, pero no ha podido superar saber que una persona murió por ella. Cuando salió de Putumayo, se cambió de identidad, se rapó la cabeza, adelgazó. Hasta ahora sigue escondida.

Al año de encontrarme con ella, conocí a mi actual esposo y quedé en embarazo. Decidí radicalmente volver a Putumayo pero ahí empezó mi odisea.

Cuando volví a la vereda en la que viví de niña, empecé a cuestionar a mi familia. Creo que fui muy dura con mis tías pues les decía que eran inservibles, que no les dolía la hermana. No entendía cómo todo se quedaba en un “se desapareció Fulana”, pero nunca se tomaron la molestia de hacer vueltas para sacar el cuerpo y verificar si era ella o no. Solo decían que estaba enterrada en una fosa del cementerio de La Hormiga.

En ese devenir de buscar a mi mamá, me relacioné mucho con una prima, a la que sentía como mi hermana. Me ayudó a investigar pero también vivió sus cosas difíciles. Se enamoró de un profesor caleño que venía a visitarla cada ocho días. Al tiempo, se casaron, tuvieron una hija y él se vino a vivir acá. Fue cuando llegaron las autodefensas a Putumayo e hicieron masacres terribles.

A él le empezaron a decir que tenía porte paramilitar, porque en ese entonces llegaron muchos paramilitares afrodescendientes y él era afro, alto y acuerpado. Por eso lo secuestró la guerrilla. Nos dimos a la tarea de averiguar qué había pasado con él. Nos metimos a la boca del lobo apreguntar y un miliciano nos contó, o le contó a ella porque yo no soportaba ver a esa gente, que él salió de Puerto Asís hacia Orito pero la guerrilla lo bajó en Planadas.

El miliciano dijo que lo habían amarrado y que lo torturaron para que aclarara que él sí era paramilitar. Él respondía que no. Lo golpearon, lo tuvieron todo un día amarrado. En vista de que no decía que era paramilitar, le arrancaron las uñas de las manos para que hablara, y nada. Le pusieron los pies sobre una piedra y con un martillo le daban en las uñas. Ya estaba agonizando y como no decía nada, le cortaron la lengua, le dispararon y lo metieron a una fosa común en Piñuña Negro (corregimiento de Puerto Leguízamo), que es una fosa grandísima a la que todavía no le han hecho exhumación.

Con todo eso, mi prima se acercó más a mí. Ella sufría mucho. Luego la amenazaron porque preguntaba allá y acá y para entonces eso estaba lleno de paramilitares. Entonces le tocó irse a Brasil a principios de 2000.

Yo me quedé buscando a mi mamá, con la gente que me empezaba a ayudar, como el sepulturero de La Hormiga. Yo le di las características de mi mamá y él me confirmó que estaba en la fosa común del cementerio de ese municipio. Me llevó y me señaló un árbol grandísimo. Contó que ahí metían a todas las personas que mataban. Un día de la madre, me compré 12 mil pesos en margaritas y rodeé de flores todas esas tumbitas que había al lado de la fosa.

En la boca del lobo

“Yo vine a buscar a mi madre y a las personas que conocía, la familia que me quería ayudar, se me fueron desapareciendo. ¡No más!”. Foto: archivo Semana.

A mis 27 años cometí un error, pero eso no justifica el acto que él hizo. Estaba mal y le pedí prestados 40 mil pesos a un comisionista de la guerrilla, que son los que le recogen mercancías. No se los pude devolver y le expliqué por qué. Él respondió que me los regalaba pues para él eso no era nada, porque trabajaba con cocaína. Al contrario, me dio 100 mil pesos más para que pudiera salir adelante. Ahí fue cuando cometí el error.

Él dijo que las cuentas se pagaban en efectivo o en especie. Y delante de mi hijo y sin que mi esposo estuviera, abusó de mí para cobrarse los 140 mil. No lo hizo una vez, sino varias y luego quedé en embarazo de esa violación. Me quería quitar la vida.  

En ese tiempo mi prima había llegado de Brasil porque supuestamente Puerto Asís estaba más calmado. Muchos de los que estaban allá eran desmovilizados pero entre comillas, porque seguían delinquiendo. Y mi prima ya tenía su roce con uno de esos tipos. Cuando tú estás en la boca del lobo, no puedes hablar ni con el uno, ni con el otro; mucho menos investigar o contar cosas. Entonces cuando la mataron. La mataron en la casa delante de la niña.

La hija salió a gritando “mami, mami” mientras temblaba. Mi prima le pegó un grito: “¡Éntrese! No me mire”. Cuando ella se entró, mi prima cayó al piso. Lo único que se sabe es que la mató un paramilitar.

A mí se me rebosó la taza. Empecé a retroceder mi historia. Mi mamá, mi hermana, las violaciones, el tiempo en el que no encontré a mi madre,los primos que mató Fulano porque creía que eran guerrilleros, o a Perencejo que lo reclutó la guerrilla por ser campesino. No sabía por qué pasaba todo eso. Yo vine a buscar a mi madre y a las personas que conocía, la familia que me quería ayudar, se me fueron desapareciendo. ¡No más!

Quería morirme y el asesinato de mi prima fue la gota. Una psiquiatra intentó enseñarme que no había hombres malos y que los supuestos hombres malos tenían conciencia. Pero yo no podía entender eso. Cómo puedo decir que un desgraciado tiene conciencia si desapareció a mi madre, si laceraron el cuerpo de mi prima, si mataron a una mujer creyendo que era mi hermana, si me violaron delante de mi hijo por 140 mil pesos…. Y lo peor, en la situación que estábamos, mi esposo se mete a las autodefensas.

Se metió de conductor cuando se dio cuenta que a mí me había violado ese señor. Luego, se acercó más y más a ellos hasta el punto que yo sabía cuándo iban a bombardear el tubo, a matar a Pepito o a masacrar a alguien supuestamente por sapo. Me daba cuenta dela agenda terrorista.

Ahí fue cuando mandaron a un nuevo comandante a patrullar la zona del Bajo Putumayo. Él había estado en Tumaco y Pasto. A medida que lo ascendían, los grupos cambiaban de nombre. Ya no eran paramilitares ni autodefensas, sino Rastrojos o todos los sobrenombres que han tenido.

Cuando llegó, nos tocó recibirlo porque él no conocía nada. Para mí era un infierno. Sabía que cuando él entró a comandar, el hombre que asesinó a mi prima estaba bajo su mando y lo mismo con otros que desaparecieron a seres queridos en mi vida.

En ese devenir con el comandante, me di cuenta que iban a asesinar a un muchacho humilde de un cabildo indígena. Todo porque se le atravesó y le arrió los madrazos sin saber quién era, porque nadie conocía al comandante. Me fui con mi esposo a intervenir por él y ahí empezó mi rol. Me le empecé a meter por el lado de la religión y me fui ganando su confianza. Le salvamos la vida a más de uno.

Luego, el Gaula lo capturó en una emboscada en Puerto Caicedo. En una de las visitas en la cárcel, le confesé que le daba gracias a Dios de que él estuviera preso. Le empecé a contar toda mi vida y a decirle todas las cosas malas que le deseaba. Me pidió que lo escuchara.

Cuando me contó su vida, me agarré a llorar parejo con él. Me preguntó que cuál era la diferencia entre su historia y la mía. Le respondí que eran casi iguales pero que yo no me había manchado las manos de sangre. Me pidió perdón. Le miré la cara y lo perdoné de corazón. El perdón es la experiencia de sentarse con el enemigo, preguntarle por qué dio la orden y escucharlo. Pero no justificándolo. Sino escuchando por qué llegó a hacer eso, por qué se convirtió en asesino. De ahí en adelante empecé a pensar en mi prima pero ya… hasta el sol de hoy lloro porque todavía hay cosas que no se han sanado. Pero ya no es con sed de venganza como antes. Solo quiero saber la verdad de qué pasó con mi familia”.

Yo sobreviví al conflicto es un proyecto de periodismo testimonial y participativo que le da continuidad a las Rutas del Conflicto, proyecto de Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, y que busca que las víctimas cuenten su propia historia sobre hechos poco visibles. Usted puede mandar su testimonio a Tu memoria cuenta www.rutasdelconflicto.com o al correo verdadabierta@gmail.com.

Otros relatos de Yo sobreviví

– “No sé por qué ocurrió la masacre de La Horqueta”

– “Yo presencié el asesinato de mis padres”

– “A mi mamá la mataron en plena carretera”

– “Alias ‘Tolemaida’ asesinó a mi papá”

– “Los mataron delante mío y no pude hacer nada por ellos”

– “Un billete no hace justicia cuando una madre pierde a su hijo”: Luisa Medina

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“Mi sueño es recordar sin dolor”

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“Yo nunca en mi vida había visto matar gente”

“Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba”

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Entre 1994 y 1996, Urabá vivió una ola de violencia que dejó más de un centenar de muertos en medio de la guerra entre las Farc y sus antiguos aliados del Epl. Un sobreviviente de la masacre de Osaka, perpetrada en Carepa en febrero de 1996, cuenta cómo escapó a la matanza en la que murió su esposa.

ys uraba desmovilizados epl

“Antes de que ocurriera la masacre vivíamos en Apartadó en una invasión conocida como La Chinita. Nuestro hogar era un rancho que hasta ese momento estábamos comenzando a construir. Mi señora tenía un hijo de 13 años que no era mío, pero igual estaba con nosotros. Los dos nos dedicábamos a trabajar en la finca bananera Osaka, en donde se cultiva y arregla el banano para la exportación. Trabajábamos en la parte de la empacadora,  donde se procesa el banano, se hace el lavado, la clasificación de los ‘dedos’ buenos y después se empaca. Ya para esa época las masacres y muertes eran muy comunes acá en estos sitios.

El día en que ocurrió la masacre madrugamos como siempre a nuestro sitio de trabajo. Cogimos el bus que transportaba a los empleados y antes de llegar a la finca, a eso de unos 100 metros nos salieron unos encapuchados. Yo creo que ellos ya habían analizado la vía porque preciso nos pararon en una parte en la que estaba llena de huecos y el carro no tenía forma de acelerar. Cuando nos pararon, se subieron dos hombres y nos hicieron bajar y hacer una fila, luego empezaron a sacar gente al azar, preguntándoles por lo que hacían en la finca. Muchos de los que estábamos ahí hacíamos la parte de embolse, amarre, lavado, clasificación y selección del banano.

Entre los que sacaron estaba un muchacho que siempre nos decía que si alguna vez a él lo cogían no se iba a dejar amarrar ni que lo acostaran boca abajo, porque sabía que luego lo mataban. Cuando sacaron al muchacho lo mandaron a acostarse y en un momentico de descuido, que el guerrillero dio la vuelta para sacar más gente, comenzó a correr y entonces empezaron a disparar para todas partes.  

Cuando toqué a mi esposa ya no se movía ni respiraba. Después me di cuenta que los guerrilleros se estaban acercando a la parte donde nosotros nosencontrábamos, en ese momento intenté pararme para salir corriendo. Cuando traté de ponerme de pie, no podía, no sentí las piernas, la única solución que encontré fue gatear hasta un canal lleno de lodo que estaba cerca, que es como una especie de desagüe. Afortunadamente eso estaba lleno de barro y varios compañeros pudimos escondernos bien. Cuando los señores vieron que no había personas corriendo empezaron a disparar a todos lados, ahí cayeron también otros.

Un amigo que estaba escondido debajo del bus, apenas vio que los guerrilleros se fueron, salió y comenzó a gritar por si había gente que estuviera viva, para que salíeramos:

– Muchachos ya se fueron, ya se fueron, ¡vámonos!

En ese instante, salí rápido al rancho porque el hijo de la difunta estaba solo en la casa y quería acompañarlo, ya me imaginaba lo duro que le iba a dar la noticia de la muerte de su mamá. Cuando me fui, al momentico llegaron las autoridades al lugar de la masacre, ya como todos nos habíamos ido no pudimos decirles los nombres de los fallecidos. Ahí fue que le colocaron el nombre equivocado a mi señora, por esa razón es que no he podido completar la documentación que me solicitan para la reparación.

Después de la masacre me quedé unos días en Carepa para todo el proceso de velación. Luego, la llevé por petición de su mamá a Cordobitas, Córdoba, su pueblo natal. Nos fuimos para allá y la mamá de mi esposa me pidió que me quedara a trabajar allá porque si me devolvía podía correr la misma suerte. Pero la verdad no me amañé, extrañaba a mi familia, que estaba en Apartadó y mi fuente de empleo allá no era muy bueno.

Actualmente estoy viviendo en la casa de mi mamá. Me ha acogido muy bien. Lo irónico es que 20 años después, todavía estoy trabajando en la misma finca. Para mí, sigue siendo bastante duro porque siempre paso por ahí y recuerdo ese momento, ese día no se puede olvidar”.

*No se publica el nombre del joven por razones de seguridad

Conocer más sobre estos hechos, vea el especial de Rutas del Conflicto
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