Entrevista Archives | VerdadAbierta.com https://verdadabierta.com/category/politica-ilegal/entrevista-2/ Periodismo a profundidad sobre conflicto armado en Colombia. Tue, 30 Apr 2024 14:35:11 +0000 es-CO hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 Archivos oficiales desaparecen a medida que avanza investigaciones: UNAC https://verdadabierta.com/archivos-oficiales-desaparecen-a-medida-que-avanza-investigaciones-unac/ https://verdadabierta.com/archivos-oficiales-desaparecen-a-medida-que-avanza-investigaciones-unac/#respond Sat, 07 Dec 2013 02:04:35 +0000 VerdadAbierta habló con Alejandro Ramelli, jefe de la Unidad Nacional de Análisis y Contexto (UNAC) de la Fiscalía, y con la coordinadora de analistas, Gina Cabarcas. La gran dificultad que afrontan es la destrucción y manipulación de archivos. Hace más de un año, cuando se creó la Unidad Nacional de Análisis y Contexto (UNAC), a […]

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VerdadAbierta habló con Alejandro Ramelli, jefe de la Unidad Nacional de Análisis y Contexto (UNAC) de la Fiscalía, y con la coordinadora de analistas, Gina Cabarcas. La gran dificultad que afrontan es la destrucción y manipulación de archivos.

300 archivos unidad contextoHace más de un año, cuando se creó la Unidad Nacional de Análisis y Contexto (UNAC), a sus fiscales e investigadores se les asignaron más de diez macro temas para que los investigaran en su conjunto. La idea es identificar los planes criminales y los actores que estuvieron detrás de algunos de los crímenes que más impacto han causado en el país.

Entre ellos se destaca el objetivo de encontrar las conexiones entre los magnicidios de los líderes políticos Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro Leongómez  y develar el plan criminal y las alianzas con la ilegalidad que se tejieron para asesinar a voceros, colaboradores y simpatizantes de la Unión Patriótica (UP) entre finales de la década del ochenta y comienzos de la del noventa.

La tarea no es fácil, entre otras razones porque uno de los mayores problemas que afrontan quienes tienen a cargo estas investigaciones es que a medida que avanzan, muchos archivos estatales se están desapareciendo, lo que podría configurar el delito de complicidad, pues se estaría buscando proteger a quienes hace más de 20 años participaron en algunos de esos crímenes.

Alejandro Ramelli, jefe de la Unidad de Contexto y Gina Cabarcas, coordinadora del grupo de analistas que investiga los tres magnicidios y los asesinatos de la Unión Patriótica, hablan de cómo avanzan esas investigaciones.

Verdad Abierta (V.A): Los crímenes que están investigando, tanto los magnicidios como los asesinatos de la UP, sucedieron hace más de 20 años y tienen expedientes abiertos desde entonces. ¿Cuál es la diferencia entre esas investigaciones  y las que adelantan en la Unidad de Contexto?

Alejandro Ramelli (A.G): Antes, como era normal, las investigaciones solo tenían en cuenta una variable que es la calidad de la víctima. Les entregaban los expedientes a  fiscales de cualquier región y había procesos por todo el país. Además, esos fiscales no se dedicaban exclusivamente a estos temas, sino que al tiempo llevaban otros procesos. Eso llevó a que la información estuviera fragmentada.
Ahora la idea es reagrupar esos expedientes y algunos han sido reasignados a la Unidad de Contexto. Lo que queremos es saber qué fue lo que pasó, para ello cruzamos variables de tiempo y lugar donde ocurrieron los delitos, eso nos muestra los mayores focos de victimización, en caso por ejemplo de la UP, está Urabá.  Luego eso lo comparamos con otros datos, por ejemplo, los resultados electorales, las alianzas partidistas de la UP en cada región y los criminales en la zona.

V.A: ¿Cuándo se verá el resultado de estas investigaciones?
A.R: Este año nos centramos en ubicar las variables y situaciones, trajimos los expedientes y comenzamos a construir los contextos y la metodología. Ya se han hecho algunas imputaciones, pero esperamos que la mayoría se hagan el próximo año.

V.A: ¿Luego de tantos años, no ha sido muy difícil acceder a la información?
A.R: Claro, hace una semana los fiscales estuvieron en la Escuela de la Policía escarbando, con tapabocas y guantes, en archivos llenos de polvo, revisando hojas de vida de hace 20 años. Pero la gran dificultad es la destrucción y manipulación de archivos, en la medida que hay revelaciones desaparecen más. La Unidad está explorando la posibilidad de abrir investigación por complicidad contra unas cuantas personas.

V.A: ¿Estas investigaciones van a ahondar en los nexos del DAS con el grupo paramilitar de Puerto Boyacá?
Gina Cabarcas: Sobre el paramilitarismo del Magdalena Medio se ha hablado de la relación con los militares, la Brigada 14 y varios de esos batallones emblemáticos en la historia de los paramilitares, pero  no se ha dicho casi nada sobre los nexos con miembros del DAS  y de la Policía.
La investigación de los magnicidios de Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, tres líderes de corrientes políticas alternativas, puede empezar a abrir la puerta para ver qué relación existía entre agentes del DAS con paramilitares del Puerto Boyacá. En los tres casos el vínculo está en el esquema de seguridad provisto por el DAS,  estas personas podrían estar relacionadas con la victimización última.  Pero hasta ahora estamos empezando, vemos que es una relación que se da más en entornos urbanos, en las grandes capitales, no tanto en lo rural.

V.A: ¿Esta relación también se presentó en los asesinatos de los líderes de la Unión Patriótica que ustedes también están investigando?
G.C: Sí, hay una serie de homicidios que se presentaron en Medellín de líderes de la Unión Patriótica que podrían tener el mismo modus operandi de vínculos de grupos paramilitares con miembros de la escolta que eran parte del DAS.  

V.A: ¿Y podría también estar presente esa alianza con algunas masacres ocurridas a finales de los años ochenta?
G.C: La justicia ha dicho que en el caso de las masacres de Remedios, Segovia y la Rochela hubo participación de miembros del Ejército, hasta el momento no del DAS, porque hasta ahora las investigaciones se reducen a un ámbito más urbano.

Eso es lo que queremos saber nosotros, cómo funcionaba el DAS en ese momento y cómo se daban los vínculos con miembros de grupos paramilitares de Puerto Boyacá en ese entonces.  Pero no ha sido fácil, casi nadie ha hablado de ello y los documentos de DAS todavía no son públicos, unos están en la Procuraduría y otros en el  antiguo edificio del DAS (donde ahora queda la Unidad de Contexto de la Fiscalía), pero la idea es poder abrir un enfoque investigativo a partir de esos archivos, a los que solo podremos acceder por orden judicial.

V.A: ¿Tras que intereses estarían apuntando los miembros del DAS que participaron en esta alianza?
G.C: Esta alianza criminal se movía en el espacio y el tiempo. Ese movimiento permitió que tuviera interés particulares en ciertos crímenes, más allá de una gran alianza homogénea había planes criminales individuales.  A lo que estamos apuntando es que aunque si existía una alianza grande, hay casos concretos de corrupción, chantaje e intereses políticos y económicos particulares.

Eso podría explicar algunas reflexiones que han salido últimamente en prensa, sobre cómo Miguel Maza Márquez pudo estar relacionado en el magnicidio de Galán si él también fue victimizado por el cartel de Medellín.  Esa alianza no era una organización criminal jerarquizada, sino que eran comunes las fracciones y que entre ellos no estuvieran de acuerdo en todos los homicidios que cometieron.  

Luego de 1989, con la muerte de Gonzalo Rodríguez Gacha, empiezan las fracturas entre el cartel de Medellín y el modelo paramilitar del Magdalena Medio. La fiscal que lleva el caso encontró que existía un fondo común entre los llamados ‘extraditables’, es decir que económicamente actuaban en conjunto, pero puede que no todos estuvieran de acuerdo con determinado crimen. Por eso no se puede decir que todos aquellos que estaban en la alianza son autores por ejemplo del homicidio de Galán, sino que pueden ser partícipes.

VA: ¿Estas fracturas también se dan dentro del grupo paramilitar?
G.C: El caso de las primeras autodefensas de Henry y Gonzalo Pérez son interesantes porque ellos eran los que mandaban, pero luego de ellos estaban una especie de comandantes o cabecillas como Alonso de Jesús Baquero, alias el ‘Negro Vladmir’, y Jaime Eduardo Rueda Rocha. No funcionaban como una unidad sino que era por encargo; por ejemplo, a ‘Vladimir’ lo designaron para perpetrar la masacre de la Rochela y a Rueda Rocha lo encargaron de armar la alianza con el DAS en Bogotá.

Incluso existían muchos otros grupos pequeños que no respondían directamente aHenry Pérez, pero con el tiempo empezaron a depender financieramente de las autodefensas de Puerto Boyacá, porque Pérez era el que tenía la relación con el  narcotráfico.

Y es que la gente suele pensar que el paramilitarismo era una cosa unitaria y jerárquica, de pronto por la forma en que se dio la desmovilización, pero eso no fue así ni siquiera en los ochenta, cuando uno ve los relatos de cómo funcionaba el paramilitarismo del Magdalena Medio se desmiente la idea de que el fenómeno surge del MAS (Muerte a Secuestradores) de los Ochoa, a todos se les decía ‘Macetos’, pero la verdad es que hay muchas diferencias entre unos y otros, por ejemplo unos estaban más cerca del Ejército que otros.   

VA: ¿Qué tan importante han sido los testimonios de los ex paramilitares para investigar más sobre esta alianza criminal?
G.C: Para la resolución de acusación contra el ex comandante de la Policía de Soacha, Luis Felipe Montilla Barbosa y el ex jefe de la Oficina de Orden Público del DAS, Manuel Antonio González Henríquez, se tuvieron las declaraciones del ‘Negro Vladimir’ y ‘Ernesto Báez’ y de las estructuras del narcotráfico la de ‘Popeye’.  En el caso de ‘Vladimir’ empezó a hablar desde 1993, primero como testigo sin rostro y luego cuando se levanta la reserva sigue hablando, en total ha entregado por ahí 15 declaraciones.

Hay otros ex paramilitares en el proceso de Justicia y Paz como Ramón Isaza, pero en ese momento él aún no tenía tanto poder en la organización ni tampoco es mucho lo que ha dicho ante las instancias judiciales sobre eso. También estuvimos revisando las de Arnubio Triana, alias ‘Botalón’, pero tampoco alcanza a llegar a ese momento.

V.A: ¿Se está investigando más casos como el de Rueda Rocha que tienen una relación directa con los paramilitares y el DAS?
G.C: Ese es el principal objetivo de la parte resolutiva de la calificación que estamos haciendo. Tenemos que ahondar en algunos indicios, pero hasta el momento sabemos de Jaime Eduardo Rueda Rocha y Jacobo Torregrosa, el jefe de escoltas.

VA: ¿Estos tres casos de los magnicidios también tienen en común los motivos por lo que aún permanecen en la impunidad?
G.C: Sí, siguieron la misma ruta de obstrucción, el expediente que más actividad investigativa tiene es el de Galán, en los otros dos no tanto y eso contribuye a la impunidad. Pero, en general,  se ve que siguen una misma línea: la muerte de testigos, la desviación inicial que se quiere hacer de la investigación inculpando a personas que nada tienen que ver y llamadas telefónicas para desviar la investigación. En algunos casos hubo cambios de documentos y en particular en el de Galán hay documentos falsos.  

VA: ¿Sucede lo mismo en el caso de la Unión Patriótica?
G.C: En los casos de la UP hemos visto que en los primeros años de la investigación los expedientes son muy ricos  en información y se ve que la hipótesis investigativa apunta para el lado correcto, sobre todo de los más viejos como de 1988. Pero llega un momento, que coincide con la llegada de la Fiscalía, en que los expedientes se quedan mudos, no hay actuación alguna hasta por ahí el 2008. Son expedientes silenciosos y la mayoría siguen en la impunidad.

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“Redes criminales acosan a Antioquia”: Sergio Fajardo https://verdadabierta.com/redes-criminales-acosan-a-antioquia-sergio-fajardo/ https://verdadabierta.com/redes-criminales-acosan-a-antioquia-sergio-fajardo/#respond Tue, 08 Jan 2013 14:00:00 +0000 El gobernador de Antioquia pide perseguir los nexos que tienen sectores legales con las bandas criminales. Asegura que ‘Los Urabeños’ son la fuerza más grande en el departamento.      El Gobernador de Antioquia le apuesta a la legalidad. Foto: Revista Gobierno “¿Cuáles son las cabezas de las redes criminales que agobian a los pobladores de […]

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El gobernador de Antioquia pide perseguir los nexos que tienen sectores legales con las bandas criminales. Asegura que ‘Los Urabeños’ son la fuerza más grande en el departamento.

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El Gobernador de Antioquia le apuesta a la legalidad. Foto: Revista Gobierno

“¿Cuáles son las cabezas de las redes criminales que agobian a los pobladores de diversas regiones de Antioquia y dónde están?”, se preguntael gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo, al exponer sus inquietudes sobre la situación de seguridad que vive este departamento, acosado por grupos armados organizados ilegales provenientes del paramilitarismo y del narcotráfico.

El mandatario seccional está seguro que detrás de esas organizaciones criminales hay personas que las apoyan desde la legalidad. Para la muestra un caso: la captura en días pasados de Jairo Hugo escobar Cataño,  un empresario de la minería del Nordeste antioqueño acusado por la Fiscalía de financiar a una facción de ‘Los Rastrojos’ que opera en esa zona del departamento.

“Esa es hoy la tarea grande que tienen las autoridades: investigar esas redes criminales, que sean capaces de pasar del que está en el territorio, el que asesina, al que está detrás de toda esa estructura”,  indicó el Gobernador, quien en un extenso diálogo con VerdadAbierta.com hizo una detallada radiografía de la situación de Antioquia. A continuación reproducimos algunos apartes de la conversación.

¿Cuál es su percepción sobre el tema de la seguridad en Antioquia?
El problema central es que hay una red criminal que está en todos los puntos donde hay ilegalidad. El origen naturalmente es el narcotráfico, el paramilitarismo y hoy esta versión de las bandas criminales.  El problema ya no son los ladrones o los vendedores de marihuana de pueblo, es una estructura organizada, perfectamente establecida, que tiene un “ejército” que viene del mundo del paramilitarismo y una capacidad permanente de involucrar gente para meterla en ese mundo de criminalidad.  En algunos lugares y momentos se encuentran con las guerrillas que también tienen presencia en el mundo de la ilegalidad.

Por regiones, ¿cómo describiría usted la situación?
Desde el punto de vista geográfico lo más complejo es un eje que viene de Urabá, pasa por el Nudo del Paramillo, sigue por el Occidente y el Norte,  y se encuentra con el Nordeste, que tiene nexos con el Bajo Cauca y con el sur de Bolívar. En ese eje es donde están el oro y los principales cultivos del narcotráfico que existen en Antioquia. Ese es el punto neurálgico de Antioquia.

¿Cuál es el grupo que hoy tiene la red criminal más compleja en el departamento?
Una banda criminal que es la más poderosa, la que tiene más fuerza en todo este territorio: ‘Los Urabeños’. Me duele usar ese nombre porque estigmatiza una región que no es una banda criminal. Estamos construyendo un Plan Integral de Desarrollo de Urabá.  Vamos a dignificar la palabra Urabá.

¿Habrá gente en la legalidad que está en esas redes criminales?
Yo estoy seguro de que sí. Se captura los que están en el territorio, regados por todas partes, pero los cerebros que están detrás todavía no han sido descubiertos. Ese es el gran reto para el Estado colombiano.

¿Cuál es la dificultad para detectar a ese tipo de personas?
Están mimetizados, han corrompido instancias poderosas del país. El eje fundamental es la inteligencia.

¿Y cómo está Antioquia en ese sentido?
Se viene aumentando el número de fiscales anti-bacrim y tengo una buena impresión, van trabajando bien. Todo esto eso requiere una investigación muy compleja, difícil, para lograr entender qué pasa y trazar los hilos entre unos y otros, descubrir cuáles son las cabezas y dónde están. Esa es la labor de inteligencia. Además, hay que tener todos los blindajes, para que esa gente, con el poder que tiene, no corrompa la acción de la justicia.

¿Esas redes han tocado las administraciones municipales?
Nosotros pasamos de paramilitares y parapolítica a bandas criminales. ¿Qué influencias tienen éstas ahora sobre la institucionalidad? Ese es el capitulo que está por verse.

¿En dónde ha fallado la tarea del Estado?
En muchas regiones el Estado no ha hecho presencia permanente para construir la institucionalidad. Zonas abandonadas a donde solo se llega cuando hay problemas. Eso es parte de lo que tenemos que ir transformando. Poco a poco nos estamos acercando en forma integral para recuperar el tiempo perdido. Tenemos que recuperar la confianza, perdida o que nunca ha existido. Tiene que funcionar la justicia

¿Por qué Antioquia tiene estos problemas tan complejos que no logra superar?
A Antioquia entró con toda la fuerza la cultura de la ilegalidad de la mano del narcotráfico hace ya 32 años, nos han tocado todas las etapas y eso ha tenido un costo; por ejemplo, la trampa expresada dentro del mundo de la informalidad con reconocimiento social. La fuerza de la ilegalidad que entró a nuestra región de la mano del  narcotráfico, ilegalidad y criminalidad es monumental.

Atacar la politiquería
¿La evolución de esa criminalidad tiene que ver con la perversión del clientelismo?
El narcotráfico en sus diferentes etapas ha entendido perfectamente el papel de la política. ¿Qué dijeron los paramilitares? Vamos a trabajar con los políticos, y se metieron en todos los espacios del poder público. Se encontraron en el momento preciso la politiquería y el narcotráfico. En términos coloquiales “se juntaron el hambre y las ganas de comer”. Pero me imagino que hoy ellos ya tienen una lección aprendida.

¿Ellos… quiénes?
¡Todos! De un lado y del otro tienen una lección aprendida a partir de lo que se destapó entre el paramilitarismo y la política. Tomó tiempo pero se ha destapado bastante. Sin duda, quien vaya a hacer acuerdos con esa ilegalidad ya sabe la dimensión del problema en el que se mete.

¿Podría pensarse entonces que las llamadas ‘bacrim’ no tienen interés en el quehacer político?
Puede que tengan algún tipo de interés, pero yo creo que la riqueza de la minería ilegal, el narcotráfico, el micro-tráfico y la extorsión, les ha disminuido el interés político y, además, ya saben que meterse con la política lleva a un callejón sin salida. Es una apreciación muy intuitiva, pero creo que ha disminuido. Eso no quiere decir que no estén corrompiendo en diferentes partes, pero lo que intuyo es que por ejemplo en Antioquia la mayoría de las alcaldías quiere estar con nosotros,  y eso un alivio.

¿Y qué tanto ofrece su administración en el tema de la legalidad que atrae a los alcaldes?
Trabajamos con cada uno de los alcaldes, independiente del partido político que representan y de los votos que yo haya sacado como candidato en ese municipio. Establecemos unas reglas para encontrarnos, que es el marco de Antioquia legal. Así nos relacionamos: todos nuestros acuerdos son públicos. La transparencia es la carta de navegación nuestra, y así entramos a actuar en el territorio.

Las alcaldías han jugado de acuerdo a las reglas que acordamos. No ha habido ningún alcalde que pretenda llegar a nosotros como Gobernación por un camino diferente. No estamos negociando nada. Hacemos todo público para que nos vean y para que cada quien asuma sus responsabilidades.

¿Es un esquema que supera la politiquería?
¡Total! Los alcaldes ven nuestra forma de actuar como otra alternativa. Muchos me dicen: “yo quiero trabajar con usted” y les creo. Me siento optimista. Son muy pocos los que no quieren entender y que nunca aceptarán otra forma de lo público. Nunca. Creo que el clientelismo es la puerta de entrada a la corrupción y lo repito a menudo, la corrupción es una empresa criminal más difícil de combatir que las bacrim o las guerrillas. Estoy seguro de esta afirmación.  

¿La oferta de la Gobernación de Antioquia tiene la fuerza necesaria para oponerse a la que viene desde la ilegalidad?
En nuestro plan de desarrollo “Antioquia la más educada” el primer capítulo es “Antioquia legal”. Estoy convencido que cuando nos movemos en el marco de la legalidad y construimos oportunidades para nuestra juventud, avanzamos a pasos agigantados. Estamos generando una nueva fuerza en Antioquia. Así le quitamos un pedazo grande a esa forma de relacionarse que es el clientelismo; creo que luchando contra clientelismo, con este tipo de acciones, se reduce sustancialmente el margen que hay para la ilegalidad. Eso no quiere decir que desaparezca, pero le quitamos una tajada grande.

El papel de Medellín
¿Usted cree que desde Medellín se gerencian las redes criminales de las que habla?
Una buena parte sí. Aquí hay todo tipo de contactos, de eso no tengo la menor duda. Pero también desde otros lugares del país. Están articulados. Tristemente tenemos que reconocer que existe desde hace años una escuela criminal de marca mayor. Por eso es que se reproducen, cambiamos un alias por otro, hay un buen número de personas que han crecido en ese mundo y se gradúan con máximos honores. ¿Cuál es el grado? Criminal.  Salen muy bien preparados.

¿A usted le gusta cómo están manejando en Medellín el tema de la seguridad?
El alcalde es quien lidera la política de seguridad. Creo que el problema de Medellín no se resuelve con poner más y más policías. Seguro que se necesitan algunos, y se pueden obtener alivios coyunturales pero el problema de fondo no desaparece. Podamos el árbol pero no sacamos las raíces. Es importante entender el fenómeno de violencia en una forma más amplia. De manera que en la solución se den, en forma simultánea, una intervención policial de élite acompañada con un equipo de fiscales con las mejores calificaciones y condiciones de trabajo, de la mano de una intervención comunitaria inédita para nosotros que recorra barrio por barrio de las zonas más afectadas con programas de reconciliación colectiva y finalmente una política de oportunidades para jóvenes. Estoy trabajando sobre el tema y lo haré público más adelante.

¿Usted cree que resolviendo el problema de la inseguridad y la ilegalidad en Medellín se tiene un efecto positivo en el resto del departamento?
Yo creo que todo lo que se haga sobre Medellín impacta positivamente el resto de Antioquia. Pero también impacta a Medellín si se hace algo en las regiones. La ciudad es un centro de atracción muy poderoso, el motor de Antioquia y sin duda punto de referencia nacional que atrae todo tipo de fuerzas incluyendo por supuesto a las criminales. Si a Medellín le va bien, a Antioquia le va muy bien.

Finalmente, ¿usted confía en la Fuerza Pública que tiene el departamento?
Sí. Naturalmente que hay puntos oscuros y no podemos dejar de reconocer que la criminalidad tiene gran poder corruptor del cual no escapa la fuerza pública.  En este año de trabajo, junto con el equipo de fiscalía que se está conformando, avanzamos bastante. Los comandantes me inspiran confianza y  están comprometidos.  Ahora,  no olvidemos que el problema que enfrentamos es monumental, que es largo el camino que nos falta por recorrer y muchas veces será amargo.

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“Nadie me compró la Fiscalía”: Mario Iguarán https://verdadabierta.com/nadie-me-compro-la-fiscalia-mario-iguaran/ https://verdadabierta.com/nadie-me-compro-la-fiscalia-mario-iguaran/#respond Tue, 12 Apr 2011 14:00:00 +0000 Nunca antes el ex fiscal, hoy embajador en El Cairo, había hablado tan abierta y extensamente sobre la acusación de que los magistrados fueron sobornados para elegirlo a él como fiscal. Además devela las presiones que sufrió por sus investigaciones de parapolíticos y corruptos. Por Angélica Pérez Pérez. Mario Iguarán, ex fiscal general. Foto Semana […]

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Nunca antes el ex fiscal, hoy embajador en El Cairo, había hablado tan abierta y extensamente sobre la acusación de que los magistrados fueron sobornados para elegirlo a él como fiscal. Además devela las presiones que sufrió por sus investigaciones de parapolíticos y corruptos. Por Angélica Pérez Pérez.
Mario Iguarán, ex fiscal general. Foto Semana

No es el mismo hombre que encontré en el 2007 en el despacho de la Fiscalía de Bogotá cuando lo entrevisté para Radio Francia Internacional. En ese entonces, Mario Iguarán era una especie de Quijote que como fiscal general estaba metiendo a la cárcel a políticos  embadurnados de pies a cabeza con el paramilitarismo.  A sus repuestas las movía el ímpetu de estar desenterrando la gran fosa en donde había quedado sepultada la justicia colombiana.

Cuatro años después, ahora como embajador colombiano ante el revolucionado mundo árabe, las palabras de Iguarán arrastran el peso del rosario de virulentos ataques, imputaciones e intentonas de atentados de las que ha sido víctima desde entonces.  El más reciente golpe en contra suyo fue la acusación de que algunos magistrados de la Corte Suprema de Justicia, con su complicidad, fueron comprados con dineros de la mafia para que lo eligieran a la cabeza de la Fiscalía.
 
Angélica Pérez.: ¿Qué responde a la acusación de fue elegido por magistrados comprados por la mafia?
Mario Iguarán.: Como nadie, absolutamente nadie puede decir que me compró ni en un solo caso de los que tuve a cargo,  se les ocurre  decir ahora que yo fui quien compró o permití que compraran, nada más ni nada menos, que a la Corte Suprema de Justicia.  Yo, el fiscal que decidió el caso de Tasmania y que aún es criticado con bastante dureza por el presidente Uribe y vituperado con bastante bronca por aquellos a quienes se ordenó investigar.

No voy a entrar a controvertir lo que de entrada se advierte como un disparate o, mejor, como algo fraguado por los enemigos de la justicia colombiana. Pero tampoco voy a decir que se debe desestimar de plano lo que han dicho los señores desmovilizados. Lo pertinente, pienso yo,  es que se abra una investigación.

A.P.: El paramilitar extraditado Juan Carlos Sierra, alias ‘El Tuso’ aseguró  que el gobierno a través suyo ofreció dinero para conseguir la foto de un magistrado con Giorgio Sale, un empresario italiano capturado en el 2006 por narcotráfico y lavado de dinero. Dijo que usted hizo esa oferta vía Mancuso y que todo ello se hacía en asocio con el abogado Sergio González, con José Obdulio Gaviria, Mario Uribe y Santiago Uribe.

M.I.:
Eso es de película. Tendría que no correrme sangre por las venas para que yo estuviera concertando con los que para ese momento ya estaban dedicados de tiempo completo a atacarme, incluso enviando imprecisas fotos y fábulas infames sobre mí a los medios de comunicación. No sé si ellos se las inventaban o se las libreteaban otros.  Es más, algunas de esas historias habían sido declaradas sin fundamento por mi despacho.

No conozco al abogado Sergio González y respecto a los demás solo tengo que decir que ellos sí me conocen muy bien y que el país conoce, aún mejor, la distancia que media entre ellos y yo. Creo que el señor Juan Carlos Sierra me está confundiendo con otra persona o quiere crear confusión para favorecer a algunos ventilando un simple rumor. Porque lo que él dice textualmente refiriéndose a mi es “él como que era el que tenía esa información y la transmitió para que la consiguieran, no sé de más, que le pregunten al tal abogado Sergio González”.

Yo a Giorgio Sale no lo conozco y, pese a ello, se ha dicho que cuando yo era Fiscal General viajé con este señor en un avión de la Fiscalía. Acaso se estarán refiriendo a un viaje que hice en 2005 con fines académicos en el que sólo fui a Montería y  regresé a Bogotá como cualquier parroquiano en un vuelo comercial.

A.P.: También se habla de una reunión en la que los magistrados de la Corte compartieron con el empresario Georgio Sale antes de ser capturado y se asegura que usted estuvo presente.

M.I.:
Para la fecha en que supuestamente tuvo lugar esa reunión, yo estaba fuera del país. Por la Fiscalía debió asistir mi reemplazo, que era el vice fiscal, junto a otros funcionarios. Entonces, la pregunta es si no conocí al señor Giorgio Sale, si nunca asistí a reuniones con él,  por qué habría de decir que me consta de la existencia de fotos suyas con los magistrados.

Y le está hablando quien fuera el Fiscal General de la Nación cuando el caso de Tasmania. En 2007 aquel paramilitar dijo que el magistrado Iván Velásquez le había ofrecido beneficios, a cambio de implicar al presidente Uribe y a un empresario en un atentado contra un ex comandante de las Autodefensas, alias ‘René’. Y fue la Fiscalía de Mario Iguarán la que  precluyó ese proceso en favor del magistrado Velásquez y ordenó investigar a Tasmania, a su abogado Sergio González y a ‘El Tuso’ Sierra.  Fue la misma Fiscalía la que entonces ordenó compulsar copias para que se investigara a Mario Uribe y a Santiago Uribe,  las personas con las que, según las acusaciones de ahora, yo estaría asociado para deslegitimar a la Corte Suprema de Justicia.

A.P.: ¿Quiénes son sus enemigos como para inventar semejante cuento?

M.I.:
Antes de responderle, quiero dejar muy en claro que yo rechazo rotundamente los señalamientos que se hacen en contra de la Corte y reitero que no existe ni acto, ni intención de mi parte por sobornar a los magistrados. Estas patrañas son ideadas y desarrolladas por la animadversión y hostilidad de quienes han pretendido obstaculizar la administración de justicia. Estas acusaciones, fruto de un espíritu malicioso y delincuencial, me han acarreado en lo personal un costo altísimo porque me ha colocado en la mira del sicariato no solo físico –que me ha  llevado a estar aquí lejos de mi país, de mi familia, de los míos – sino también del sicariato moral, todo por el simple hecho de haber tomado la decisión de cumplir con mi deber.

A.P.: ¿Cómo fue entonces su elección como Fiscal General?

M.I.:
Yo no voy a decir que yo tenía todas las de ganar en la terna. Tal vez me desluce un poco lo que voy a decir pero, dadas las circunstancias, tengo que hacerlo. Yo había hecho méritos para ser elegido por los magistrados.  Varios de los ellos habían sido mis alumnos en especializaciones y en maestrías de derecho. Yo había sido director de la Escuela Judicial y había instituido el ingreso a la rama judicial a través del concurso. Había sido conjuez de la Corte, juez, magistrado auxiliar de la Corte Constitucional. Como viceministro de justicia había gestionado con éxito reivindicaciones laborales de los magistrados auxiliares y otros funcionarios y empleados de la Rama Judicial. Y un lustro antes de ser candidato para la Fiscalía, hice una especialización en casación penal donde mi tesis era la “prevalencia del recurso de casación penal frente a la tutela”. Esa era una tesis respaldada por Corte Suprema.

No quiero jactarme, pero varios magistrados pueden corroborarlo porque lo dijeron el día de la presentación y lo repitieron después, mi exposición fue sencillamente brillante. Yo exhorto a que se le pregunte a los magistrados sobre ello.

A.P.: Mucho se especula sobre su relación con el entonces ministro de Justicia Sabas Pretelt. ¿Hasta dónde la mediación de él a favor de su nombramiento tuvo consecuencias en ejercicio como fiscal?

M.I.:
Después de Dios fue el ministro Sabas quien más abogó porque yo fuera en la terna. En el primer borrador de terna estaban inscritos Consuelo Caldas, Camilo Ospina y Jorge Pretelt, que era el candidato de  preferencia del presidente Uribe. Yo no sé qué pensaba la Corte. Mi nombre no aparecía. Después me incluyen en la terna por sugerencia del ministro Sabas. Pero fue tan poca la influencia de Sabas durante mi administración como fiscal que durante ese período no se le resolvió favorablemente lo de la “Yidispolítica”. Yo me declaré impedido porque respecto a Sabas Pretelt por mi amistad y el aprecio que le tengo.  Le dejé el caso al vicefiscal quien explicó a la opinión pública por qué no tomó una decisión.

A.P.: ¿Qué trasformaciones sustanciales hubo entre el proyecto inicial de Ley de Justicia y Paz que usted diseñó como viceministro de  Justicia y la Ley que se promulgó?

M.I.:  Yo colaboré en el proceso de formación de la Ley de Justicia y paz porque era mi función como viceministro y porque era un convencido de las bondades de ese  instrumento jurídico y político. Los que no creemos en la guerra, los que le tememos, los que no sabemos si somos capaces de prestar un hijo para la guerra, no descartamos este tipo de salidas. Se trataba de buscar el equilibrio entre los principios de justicia y de paz. So pretexto de justicia no se podía llegar al absoluto sometimiento porque entonces las autodefensas y las guerrillas no se iban a desmovilizar. Y so pretexto de la paz tampoco podíamos llegar a la absoluta impunidad.

Encontré muchas talanqueras en su aplicación, pero yo puedo decir que esta ley ha cumplido con unos mínimos de justicia, de reparación y de verdad. Hoy por hoy, la Fiscalía ha hallado más de  3500 cuerpos ha entregado a los familiares los restos de 1300 víctimas. El que se haya podido sacar a miles de familias de la tortura psicológica de no saber si sus  familiares están vivos o muertos, permitirles desarrollar algo que es tan inherente a la naturaleza humana como es el duelo, todo eso justifica el esfuerzo hecho para sacar adelante ese proceso. Si había un momento gratificante en la Fiscalía era cuando entregábamos los restos identificados a los familiares, porque en medio de una escena tan dolorosa y hasta macabra había, al mismo tiempo, una suerte de satisfacción.

A.P.: La ley ha sido blanco de críticas muy duras. Los defensores de derechos humanos aseguran que deja a los autores de crímenes de lesa humanidad en la impunidad. Voces más implacables dicen que es fruto de la concertación con los paramilitares y que defiende sus intereses…

M.I.:
En la elaboración de esta ley se escucharon a todos los estamentos, a las víctimas, a los victimarios. Se tomaba nota y se ponía a consideración lo que cada uno decía, incluidas las autodefensas porque era un proceso en el que lo que primaba era el interés de un país por encontrar una salida hacia la paz. Esta gente no estaba derrotada. Claro que hay críticas pero también hay muchas organizaciones internacionales, incluso cortes internacionales que consideraron que la ley no contrariaba estándares internacionales.

Y es que justicia no siempre es proporcionalidad, de ahí que exista la justicia transicional para procesos como los que vive Colombia. Si no fuera así, pues estaríamos frente a una aberración porque cómo se van a imponer ocho años de cárcel a delitos como masacres y otros contra la humanidad cometidos por estas personas.  Pero es que la justicia también es conformidad, por eso si a esos mínimos de justicia -que en principio ofenden- le agregamos máximos de reparación y de verdad podemos estar hablando verdaderamente de Justicia.    

A.P.: ¿Participaron los paramilitares activamente en la elaboración de la Ley de Justicia y Paz?

M.I.: No. La ley la promovió el gobierno, la aprobó el Congreso y la perfeccionó la Corte Constitucional. Obviamente que había que hacer unas consideraciones respecto a los destinatarios de la ley.  Si el gobierno y el Congreso advierten –como seguramente ocurrió-que al imponer penas de 20 y 30 años de cárcel no se iba a dar un proceso de desmovilización ni un sometimiento a la ley, pues no tenía sentido establecer esas penas. Aquí no nos vamos a echar mentiras diciendo que la ley se hizo sin tener en consideración lo que ellos estuvieran pensando, porque de ser así el resultado hubiera sido una ley inocua y no aplicable. Incluso en mi calidad de viceministro hice, en muchas oportunidades, presentaciones de la ley a los miembros de las autodefensas. Eso no es un secreto.

A.P.: Usted advirtió que lo central es que la ley fuera acompañada de la reparación a las víctimas pero que justamente esa ha sido la gran carencia en su aplicación.

M.I.: Han fallado dos intentos. A veces es un poco incomprensible que  tanto el primero -que en mi concepto es lo previsto por la ley para que esa reparación fuera integral- tanto el segundo  – que fue la reparación administrativa promovida por el gobierno del presidente Uribe ante la inoperancia de la ley, hayan fallado. Yo espero que este tercer intento que es el proyecto de Ley de Víctimas del presidente Santos se pueda materializar.

A.P.: Habría entonces qué detectar donde radica el obstáculo que ha hecho imposible los anteriores intentos por  reparar a las víctimas.

M.I.: Mire, el problema no es la ley. El problema somos nosotros: los operadores jurídicos y administrativos. Porque la ley, aunque no es perfecta, sí está dotada de los instrumentos para hacer efectivos los valores de justicia, verdad y reparación.  Porque si la ley necesitara mas, pues la Corte Constitucional lo habría dicho y porque si fuera contraria a  los intereses de las víctimas, la misma Corte la hubiera declarado inexequible.

A.P.: Un caso en el que debió recibir muchas presiones fue el de Jorge Noguera, el ex director del DAS, por sus nexos con el paramilitarismo, siendo un hombre de la confianza de del presidente Alvaro Uribe…

M.I.: No llevaba un año en la Fiscalía cuando le imputé a Jorge Noguera vínculos con los paramilitares. Un proceso emblemático y complejo en el que, incluso, tuve controversias teóricas jurídicas con la propia Corte Suprema de Justicia que finalmente fueron resueltas.  

Uno puede entender que el presidente Uribe defendiera a sus colaboradores y, debía hacerlo porque por algo los puso ahí. Lo que resulta difícil de entender es que el Presidente no comprendiera que la Fiscalía estaba obligada a cumplir con su deber.   

A.P.: Durante su gestión, se empezó a destapar el expediente de la llamada parapolítica. ¿De dónde partió esa compleja investigación?

M.I.: Fuimos nosotros –y los  titulares e informaciones de los medios son nuestra prueba – quienes empezamos a hablar de parapolítica. Lo hicimos  a partir de la incautación por parte del despacho de la Fiscalía del portátil de alias ‘don Antonio’, hombre de Rodrigo Tovar Pupo. Recuerdo que después de ese hallazgo, visité a la Corte Suprema de Justicia para hablar del fenómeno de la parapolítica. Es a partir de ahí que se tomaron las primeras medidas, como fue la captura  y medida de aseguramiento a diputados de Sucre. Un mes después la Corte se pronunció sobre Álvaro García, Eric Morris, Jairo Merlano y, luego vino nuestra decisión sobre Muriel Benito Rebollo.  En fin, nosotros iniciamos y continuamos la parapolítica manejando el mismo código y  la misma jurisprudencia de la Corte. Y en varias ocasiones, cuando la Fiscalía acusó, la Corte exoneró y absolvió. Y eso no me autoriza ni siquiera a pensar que la Corte estaba generando impunidad.

A.P.: Usted me dijo hace cuatro años que“no fueron las autodefensas las que reclutaron a la clase política, sino que fue la clase política la que reclutó a las autodefensas”.  ¿Qué consecuencias le trajo investigar la responsabilidad de funcionarios y dirigentes políticos en la formación y financiación de los paramilitares que cometieron cientos de masacres?

M.I.: Pues las sigo sufriendo hoy. Animadversión, hostilidad, calumnias. Se ha hablado de que las autodefensas hicieron una vaca para que los magistrados votaran por mí. Pero lo que hay es una “vaca” para enlodarme y ensuciar a la justicia colombiana. Aunque, como ya lo he dicho, no voy a entrar a controvertir esas incriminaciones, tengo que prepararme porque ya se podrán imaginar el número de voluntarios listos a coadyuvar con infundios, injurias e imputaciones contra mí y contra la justicia. Pero vamos a salir adelante. Ellos no van a vencer la fortaleza de la majestad de la Corte, la fortaleza del Estado de Derecho y la fortaleza que me dio Dios para ser Fiscal acompañado de unos funcionarios ejemplares.   

A.P.: ¿Fue blanco de persecuciones, amenazas o chantajes mientras fue fiscal?
M.I.: Amenazas sí. Tanto el Ejército como la Policía develaron en varias ocasiones planes para atentar no solo contra mi vida sino contra la de funcionarios de la Fiscalía. En cuanto a las presiones, creo que no se atrevieron a hacerlas aunque las hayan pensado.

A.P.: ¿Cómo fue su relación durante esos años con el presidente Uribe?

M.I.: El presidente Uribe estaba muy pendiente de lo que sucedía en la justicia y de cómo se podía combatir la delincuencia.  Lo que sí puedo decir es que un entorno del Presidente muy cercano a él se vino en contra mío abierta y notoriamente.

A.P.: ¿Estamos hablando de José Obdulio?

M.I.:
Pues, sí. Y creo que ustedes los periodistas lo saben muy bien. Yo no puedo negar que muchos casos de los que adelanté como Fiscal generaron molestia en el gobierno. Por ejemplo, cuando dictamos medida de aseguramiento contra Mario Uribe se me tildó de falta de entereza por permitir que los fiscales tomaran  decisiones como esa. Pero yo, respetuoso siempre del principio de autonomía de los fiscales,  acaté, defendí y respaldé las decisiones de mis fiscales siempre y cuando no advirtiera un prevaricato o una decisión abiertamente contraria a la ley. Es que todo se ha confundido en el país, en un momento dado la entereza significó engreimiento, ordinariez y grosería.

A.P.: ¿Y hubo presiones en el caso del ex gobernador del departamento de Sucre y ex diplomático del gobierno Uribe,  Salvador Arana, a quien su Fiscalía  llamó a indagatoria y le dictó medida de aseguramiento por desaparición forzada y homicidio agravado?

M.I.:
Ese es uno de los procesos archivados que nosotros revivimos. A Salvador Arana se le había dictado un inhibitorio para que no fuera investigado (firmado por el fiscal anterior,  Luis Camilo Osorio).  Nosotros lo reactivamos, lo vinculamos, le dictamos orden de captura por crear y financiar grupos paramilitares y por homicidio.  No hay que olvidar que lo primeros veredictos en el país por parapolítica fueron dictados por nuestra Fiscalía como sentencia anticipada. Ahí están los casos de Alfonso Campo, Jorge Luis Caballero, Miguel de la Espriella, Carlos Clavijo. Eso demuestra que hubo un buen trabajo de investigación y que el acerbo probatorio de la Fiscalía era contundente.

A.P.: ¿Cree usted que esa articulación entre élite política, económica y mafia amparada en los ejércitos criminales del paramilitarismo se desmontó en Colombia?

M.I.:
Yo tengo que hablar sobre hechos. Por eso no puedo decir que el fenómeno continúa. Que aún haya procesos o investigaciones por parapolítica es otra cosa. Me parece que lo que han hecho la Corte Suprema y la Fiscalía es muy alentador, se sigue investigando, juzgando y tomando decisiones.

A.P.: ¿Cómo fiscal de la parapolítica, cuál fue el momento más difícil?

M.I.:
Muchos. Muchas decisiones se tomaron con dolor de afectar la libertad de personas que conocía, aunque eso no nos quitó determinación. Se trataba de personas del Congreso, del Gobierno o de la administración pública con las que compartí con ocasión de mi ejercicio profesional o mi tarea académica.  Fue muy difícil tomar esas decisiones pero había que hacerlo y, bueno, ahí están las consecuencias. Imagine usted el exabrupto, ¡decir que a la Corte Suprema de Justicia le pagaron para que me eligiera!

A.P.:  Su primer caso difícil como fiscal fue el juicio contra un grupo de militares del Ejército a los que acusó por la masacre de 10 policías y un informante en Jamundí. Usted desmintió la tesis de que se trataba de “fuego amigo” y dijo abiertamente que se trataba de un acto criminal cuyo móvil fue el narcotráfico. ¿Lo puso en riesgo esa decisión?  

M.I.: Había ocurrido lo de Guaitirilla,  lo de Cajamarca y no se había abierto investigaciones. Pero cuando ocurre lo de Jamundí, ya siendo yo fiscal, me apersoné de la investigación.  Lo de Jamundí tuvo un costo enorme para mi integridad. Fue ahí cuando por primera vez quedé en la mira del sicariato, pero a la vez tiene un valor inmenso para la justicia colombiana.

A.P.: ¿Reabrió usted otros crímenes que habían quedado en la impunidad?

M.I.:
Exhorto a que se revise si en el país existía la voluntad jurídica de esclarecer esos delitos. Recuerde también que yo estaba muy recién llegado a la Fiscalía cuando tomé decisiones respecto al asesinato de Luis Carlos Galán y la implicación de Alberto Santofimio, un caso en el que hicimos unos señalamientos muy fuertes, acompañados de pruebas. Le cito otro asesinato que decidimos investigar: el de Liliana Gaviria. Nosotros en la Fiscalía tomamos las primeras decisiones sobre desapariciones a partir de caso de los desaparecidos del Palacio de Justicia. Y nos encargamos de los casos olvidaos sobre desplazamiento forzado  como el de las negritudes en el Chocó.

Me acuerdo que cuando era viceministro de Justicia  todo el mundo hablaba del poder inconmensurable de Enilce López, apodada ‘La Gata’, en Cartagena. Bueno, pues cuando llegué a la Fiscalía, tomamos la decisión con determinación y la judicializamos. Y no es que fuera ingenuo, no es que no midiera las consecuencias de las decisiones y sus posibles repercusiones no solo en el plano jurídico sino también en el personal. Pero tomé la decisión en el caso de ‘La Gata’, como la adopté en el caso de varios gobernadores y alcaldes como por ejemplo, en el del gobernador de Cundinamarca, Pablo Ardila, por enriquecimiento ilícito y corrupción.  

A.P.: El 22 de febrero del 2009, usted ordenó el allanamiento de la sede del DAS para investigar las intercepciones ilegales hechas desde esa dependencia a magistrados, líderes opositores y periodistas, lo que en Colombia se conoce  como el caso de las “chuzadas”. ¿Fue realmente un caso excepcional o era algo que ya se ha hecho muchas veces?

M.I.: El espionaje telefónico se ha dado en América, en Europa y lo veo ahora que estoy aquí en África donde no se habla sino de chuzadas.  Y el ejemplo más claro  de ello es lo ocurrido en Italia a finales de los años 80 cuando la justicia descubrió los nexos entre política, economía, mafia y corrupción. Pero lo que yo si debo reconocer es que, a pesar de haber sido profesor por mucho tiempo de derecho comparado,  jamás vi que la historia registrara un incidente tan grave como el del DAS.

¿Quépuedo decir yo al respecto? Qué en muy pocos meses logré abrir investigación y encarcelar a algunos funcionarios. Incluso estaba listo para emitir una medida de aseguramiento contra un ex director pero fui recusado. De la noche de la mañana decidí allanar las instalaciones del DAS. Eso no tenía precedentes pero la frustrante experiencia de la investigación adelantada 20 meses atrás desde la Dirección de Inteligencia de la Policía cuando la Fiscalía llegó cinco días después a hacer el registro y ya no encontró nada, me llevó a ordenar la rápida entrada al DAS sin vacilación.

A.P.: ¿Qué satisfacciones le dejó su gestión ante la Fiscalía?

M.I.: Para no ir muy lejos, puedo asegurarle que más del 75 por ciento de las sentencias condenatorias por asesinato de sindicalistas que se han dictado en la historia judicial del país, se dictaron bajo mi administración.  Los resultados de los falsos positivos son otra gran satisfacción. Nosotros promovimos las primeras investigaciones por ese delito. Y no estoy hablando de dos o tres casos, hablo de más de mil investigaciones y un centenar de sentencias condenatorias. En el tema de corrupción administrativa, varios alcaldes y gobernadores fueron judicializados. Si uno hace un cuadro comparativo de nuestra administración con la historia judicial del país, puede ver los enormes resultados de esos cuatro años en que yo ejercí como Fiscal General.

A.P.: ¿Valió la pena, a pesar de los ataques y acusaciones de hoy?

M.I.: Frente a este perverso y facineroso ataque del que he sido blanco, a veces me lo  pregunto. ¿Valió la pena que mi familia esté pagando un costo tan alto? ¿Valió la pena someterme a todo tipo de pruebas para demostrar que nunca se me pasó por la cabeza una idea tan estúpida como la de pretender sobornar a la Corte? Y entonces me respondo que sí, que valió la pena. Porque en Colombia ahora, por fin, se está hablando de judicializar masacres, magnicidios, desapariciones, desplazamientos, asesinatos de sindicalistas, actuaciones ilegales de los poderes. Basta mirar las cifras para ver si fuimos inferiores a lo que estábamos obligados a cumplir.   Había personajes y poderes que se consideraban intocables y nosotros tomamos decisiones frente a ellos.

A.P.: ¿Cuál es el próximo destino después de vivir de primera mano las revoluciones del mundo árabe?

M.I.: Quisiera regresar a Colombia. Espero que se den las condiciones.  Yo tengo mi conciencia tranquila pero sé que no basta.  Hoy, más que nunca, tengo muy claro que hay que temer, hay mucho qué temer.

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Uno de cada tres políticos ha tenido nexos con grupos ilegales: Claudia López https://verdadabierta.com/uno-de-cada-tres-politicos-tiene-nexos-con-grupos-ilegales-claudia-lopez/ https://verdadabierta.com/uno-de-cada-tres-politicos-tiene-nexos-con-grupos-ilegales-claudia-lopez/#respond Thu, 19 Aug 2010 15:08:31 +0000 La investigadora Claudia López fue la editora del libro “Y refundaron la patria”, que desentraña los nexos entre los grupos armados, el narcotráfico y la clase política colombiana. VerdadAbierta.com habló con ella sobre las claves para entender la captura del Estado. {youtube}ewoiCm15uH8|300|240|true{/youtube} Claudia López habló con VerdadAbierta.com sobre el libro “Y refundaron la patria” de […]

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La investigadora Claudia López fue la editora del libro “Y refundaron la patria”, que desentraña los nexos entre los grupos armados, el narcotráfico y la clase política colombiana. VerdadAbierta.com habló con ella sobre las claves para entender la captura del Estado.

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Claudia López habló con VerdadAbierta.com sobre el libro “Y refundaron la patria” de editorial Debate. 


Primer capítulo: “Y refundaron la patria”
Prólogo de “Y refundaron la patria” por Francisco Gutiérrez 

El libro fue hecho por investigadores de centros de investigación como Nuevo Arcoiris, Congreso Visible, Dejusticia, Grupo Método y la Misión de Observación Electoral – Moe. López, quien destapó en 2002 las alianzas de los grupos paramilitares con congresistas y senadores, ahora es la editora de este extenso estudio que ahonda no sólo en las complicidades de ‘paras’ y políticos, sino también de narcos, guerrillas y las nuevas bandas criminales.

En el fondo la pregunta que intentaron responder es si los grupos armados se apoderaron del Estado colombiano. Y encontraron que no lo lograron en su totalidad, pero que al menos uno de cada tres políticos, en el ámbito local, departamental o regional, han tenido o tienen relaciones con grupos armados ilegales.

Otra conclusión a la que llegaron es que los delincuentes han buscado tomarse el Estado para legitimarse y además buscar encubrir sus delitos. 

Según el libro, los políticos aliados con paramilitares, guerrilleros o narcotraficantes, también encontraron en la administración pública la mejor forma para lavar recursos de actividades ilícitas como el narcotráfico.

Claudia López habló con VerdadAbierta.com sobre las revelaciones de este libro titulado “Y refundaron la patria”.

VerdadAbierta.com : ¿El libro trata de demostrar la teoría del Estado mafioso?

Claudia López: No tenemos fundamento para afirmar eso. Aquí ha habido dos visiones extremas, una que dice que en Colombia no ha pasado nada y que se trata de unas cuantas manzanas podridas, entonces lo dejan como un problema medio trivial y personalizado. Y quienes dicen que Colombia es un narcoestado, que está completamente capturado por el narcotráfico.

Nosotros nos dimos a la tarea de establecer, entre esas dos visiones, cuál era la evidencia. La evidencia judicial indica que una tercera parte de los cargos políticos de elección popular efectivamente ha sido cooptada por el narcotráfico, el paramilitarismo, la guerrilla y grupos armados de diferente tipo.

No es una cifra menor. Uno de cada tres alcaldes, gobernadores, concejales, de miembros del Congreso, han tenido nexos con grupos armados.

Y lo que ocurrió es que desde 2002, la inmensa mayoría de estas tendencias que habían cambiado el mapa local y regional político confluyeron en el proyecto político uribista, hicieron parte de la coalición de gobierno del ex presidente Álvaro Uribe, cogobernaron con él durante 8 años y de esa forma llegaron hasta esferas del poder nacional.

Mucho ha de tener la influencia de un alcalde o un concejal para ser capaces de llegar a la Presidencia de la República. De manera es que esa es la magnitud exacta: una tercera parte del Estado político ha estado capturado por organizaciones ilegales.

VA : ¿Dónde se puede ver esa captura del Estado?

CL: Además,La verdad es que nos dimos a la tarea de hacer una monografía departamento por departamento. El libro contiene un cd en el que va la monografía de cada departamento  explicando el contexto de conflicto que vivieron desde el 90 hasta 2007. Además, cómo cambió el mapa político en ese contexto de conflicto, cómo desaparecieron el  Partido Liberal y Conservador y aparecieron esos partidos vinculados a la parapolítica y a la farc-política. 

Desafortunadamente no hay departamento que se escape, en todos hay algún indicio, por supuesto las dimensiones son distintas. yo diría que más que captura, eso que llaman reconfiguración del Estado, haber cambiado el mapa político y la operación estatal ocurrió en departamentos como Córdoba, Antioquia, Cesar, Magdalena, Santander, Meta, Casanare y Norte de Santander para sólo mencionar algunos ejemplos muy destacados por la enorme penetración de los grupos armados.

Norte de Santander, por ejemplo, es uno de los departamentos que poco se mencionan en la parapolítica pero quizás es uno de los más cooptados  a todo nivel. De manera que no podemos decir que alguno se salve, tal vez en Nariño uno podría decir que hay menos influencia, pero en todos hay un rastro de mafiosos e ilegales y políticos reconfigurando el Estado.

VA : ¿Qué buscan los grupos armados con capturar el Estado?

CL : En primer lugar buscan evadir que los persigan, buscan impunidad, obviamente si logran inhibir, cooptar, capturar al fiscal, al juez, al agente de inteligencia, al miembro de la fuerza pública, o al político que a su vez coordina la fuerza pública, pues limita su riesgo de exposición penal, que es lo que buscan: impunidad.

Lo segundo es capturar rentas. Hay un vínculo cada vez más estrecho entre las actividades ilegales como el narcotráfico y la corrupción pública, porque en la práctica la corrupción se ha vuelto un mecanismo de lavado del narcotráfico, entonces son dos negocios que van convergiendo. Es muy útil usar la estructura económica del Estado para hacer impunidad y lavado de recursos.

Lo tercero que buscan es legitimidad. Es que si logran disfrazarse de políticos y que no les digan parapolíticos sino honorable senador, que no les digan mafiosos sino señor alcalde, obviamente eso da un amparo de legitimidad y legalidad que les permite operar a gran escala.

Cuando esos políticos aliados con los ilegales llegaron a escenarios como el Congreso donde se decide la estructura institucional del Estado, pudieron cambiar las normas de economía agraria para legitimar el despojo, pudieron cambiar las normas de justicia para proveerse en un alto nivel de impunidad como la ley de justicia y paz. Pudieron cambiar el sistema político y electoral para poder usar los partidos y que esos partidos aunque avalaran a gentes involucradas con la ilegalidad no resultaran sancionados.

Entonces lograron cambiar la estructura institucional, tener legitimidad política y social, hacer operaciones de lavado económico y político, eso lo que buscan los ilegales con penetrar la política.

VA: ¿Al final dónde está el conflicto?

CL: En el libro lo que tratamos de mostrar es que esa idea de las autodefensas contrainsurgentes es más un mito que una realidad. La verdad es que el narcoparamilitarismo tenía intereses más importantes que combatir a la guerrilla, tenía el interés del narcotráfico, reconfigurar el poder político y que sus aliados volvieran al poder porque la apertura del sistema democrático en Colombia se los estaba quitando. Buscaban tener legitimidad social y control territorial.

Como también encontramos que eso de que la guerrilla actúa por los pobres y en defensa de los marginados y de los campesinos, incluso de los cocaleros en Colombia, es un mito. Nosotros decimos que la guerrilla y el paramilitarismo fueron muy machitos para pelear contra la población civil inerme, para arrasar campesinos, para masacrar a mujeres y niños en pueblos enteros, pero conflictos y disputas directas entre ellos muy poquitas.

Los unos y los otros se han usado como una excusa para sus reales propósitos, que para ser contrainsurgentes o contraparamilitares.

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Entrevista con Jairo Castillo sobre el paramilitarismo en Sucre (Semana) https://verdadabierta.com/el-ojo-del-huracan/ https://verdadabierta.com/el-ojo-del-huracan/#respond Thu, 11 Sep 2008 17:04:00 +0000 Gracias a la confesión del paramilitar Jairo Castillo, el país está aterrado del maridaje entre algunos políticos en Sucre y las mafias de las AUC. Jairo Castillo, de 38 años, era un humilde campesino al que jamás le gustó el estudio porque le daba dolor de cabeza. A los 12 años de edad ya compraba […]

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Gracias a la confesión del paramilitar Jairo Castillo, el país está aterrado del maridaje entre algunos políticos en Sucre y las mafias de las AUC.

Jairo Castillo, de 38 años, era un humilde campesino al que jamás le gustó el estudio porque le daba dolor de cabeza. A los 12 años de edad ya compraba y vendía piel de babilla y engordaba marranos para sostener a su familia. Con sus ahorros compró una gasolinera y le puso Pitirri, como lo llamaban en su pueblo, Sucre, Sucre. Pero su negocio fracasó por culpa de la guerrilla, que lo mantenía extorsionado.

Decidió irse a vivir a San Marcos, cerca de Sincelejo, en donde, según él, compró una casita de mala muerte, se dedicó a sembrar arroz y sorgo y le cayeron los paramilitares a cobrarle el impuesto de guerra. Era el año 1997 y desde esa época se unió a ellos como escolta de un ganadero de la organización e informante del Ejército. Poco a poco se ganó la confianza de los paras y aunque no sabe leer ni escribir, pero sí firmar, les manejó su fortuna en Sucre. En 2000 intentaron asesinarlo y decidió colaborar con la Fiscalía. Durante años lo tildaron de loco. Después del asesinato de la fiscal Yolanda Paternina, a quien le contó todo lo que sabía, fue protegido como testigo y hace cuatro años está fuera del país. Con base en su testimonio, la Corte Suprema de Justicia ordenó las recientes capturas de los políticos sucreños por sus posibles nexos con los paramilitares.

SEMANA: ¿Se arrepiente de haber sido paramilitar?
JAIRO CASTILLO: No me arrepiento. Lo que quiero es pedirle perdón a mi departamento por saber tantas cosas y no haberlas dicho a tiempo. Pero es que el que denunciaba se moría y hoy soy el único testigo que queda vivo.

SEMANA: ¿Por qué después de tantos años de su confesión le creen ahora?

J.C.: Ajá. Yo no sé. Yo nunca di testimonio en la Corte. Y estoy muy agradecido con la Fiscalía porque me protegieron con mis cuatro niños y mi esposa. Pero eso es distinto. Lo otro es que cada vez que abría la boca para denunciar, los malosos se enteraban.

SEMANA: ¿Desde cuándo viene la alianza entre los políticos y los paramilitares?

J.C.: Esa alianza viene desde el 96. Quien sube a buscar a los paramilitares es Joaquín García y se reúne con ‘El Profe’ Vicente Castaño y Mancuso. Va con Miguel Nule Amín, Eduardo Chaui y Javier Piedrahíta, un narco duro de la región. Ahí empezaron a conformarse los grupos. Y comienza el plan limpieza y la gente a temblar. En Sincelejo todas las noches había un muerto, dos muertos. Ahí cogen fuerza ellos. Yo era el escolta de Joaquín por medio del Ejército y portaba un carné del B-2 para poderme chapiar.

SEMANA: Todo parece indicar que su testimonio tiene a más de un político temblando.

J.C.: Me da pesar por mi país. Pero si quieren hacer de una vez por todas una limpieza, es mejor que el país conozca todos esos nombres. Por ejemplo, ‘La Gata’ y el ‘gordo’ Álvaro García son íntimos. Ella es muy importante en el movimiento porque maneja buena parte de Sincelejo. Toda la vida ha tenido matones a sueldo, pelados de Medellín a quienes les pagaba 150.000 pesos y un buen carro. Ella ordenó la masacre de El Salado, en el Carmen de Bolívar en 2000 y asesinaron a 38 personas. Ella le entregó a Felipe, alias ‘Pitufo’, que era el jefe de finanzas del mono Mancuso, 30 millones de pesos en la mano para contratar los hombres y los camiones.

SEMANA: ¿Y cómo es que llega usted a manejar las finanzas de los paras?

J.C.: A mí me conocía mucha gente y recogía las finanzas de Sucre y de los límites de Bolívar y Córdoba. Salvador Arana acordó ponerles una cuota a los tenderos. A los que vendían gaseosa y pan. Ellos pagaban 10.000 pesos al mes. Con ellos yo recogía tres millones mensuales. A los municipios se les cobraba cada dos meses cuatro o cinco millones, dependiendo de la plata que sacaban de los contratos o de las regalías. Y los ganaderos eran por hectárea. Si era un hacendado con bastante ganado, eran 50 millones por año…

SEMANA: ¿Y si no pagaban?

J.C.: Había un ‘plan veneno’ que se les mandaba gente armada con fusil y se les daban instrucciones para que hablaran con la organización. Y después entraban al ‘plan purgante’, que era cuando venían a mí arrodillados. Yo les decía pues venda esa h.p. finca o póngala a producir. Y si no pagaba, lo mataban. Así de sencillo. Del miedo les vendían las fincas a los paramilitares. Así se volvieron ricos poco a poco. De no tener nada, hoy tienen fortunas de 3.000 millones de pesos. Y la mayoría de las fincas está a nombre de campesinos bobos que tuvieron que prestarse para eso.

SEMANA: ¿Y qué pasó con la plata que ustedles movía a los paramilitares?

J.C.: Por ahí hay alguna platica consignada en cuentas con nombres de los muertos de las masacres. Porque nada podía estar a nombre de nosotros, ni siquiera los celulares. Todos eran a nombre de muertos. Y así tienen oculta la fortuna. Y a través de doña Enilce se lavaba mucho dinero con el chance. Ahí es donde ella se vuelve una dura con esta gente.

SEMANA: ¿Qué tanta gente nombró usted vinculada a los paras?

J.C.: Yo hablé de Salomón Feri, ahí está en La Ceja, ahora le dicen ’08’. Él era un Hitler en el departamento. En Sincelejo no quedó un vendedor público vivo por culpa de él y sin embargo, entraba a la Policía con sus carros robados, llenos de paramilitares. Decía que era mayor retirado. Su hermano es representante a la Cámara.

SEMANA: ¿Denunció además a empresarios o ganaderos?

J.C.: Hablé de varios arroceros, empresarios de palma africana, ganaderos y paisas que tienen las mejores tierras en Córdoba, gracias a los paras.

SEMANA: ¿A quién se refiere?

J.C.: A una gente que está cerca al alto gobierno. Conozco finca por finca y sé cómo las adquirieron. Mire para Córdoba y verá un personaje muy importante.

SEMANA: ¿Cómo quién?

J.C.: Por ejemplo, Mario Uribe, y por eso no se atreve a hablar duro. Vamos a esperar a que la Corte diga. Usted más adelante se va a dar cuenta. O si no pregúntele si conoce a ‘Pitirri’, a ver qué cara pone.

SEMANA: ¿Usted le contó esto a la Fiscalía?

J.C.: Le conté de las relaciones de él con Olegario Otero de Sahagún. Es un ganadero para. Es el primer hombre que dio los auxilios a las autodefensas de San Marcos y Sucre en 1995. Les dio R-15 y munición que le daba el batallón de infantería. Y el promotor de los sicarios en esa época era Fedegán y el que ayudaba, un hombre de Corozal, fue premiado con una embajada. Hay que esperar a la Corte que ya se puso los pantalones.

SEMANA: ¿Cómo describe usted al senador Álvaro García?

J.C.: Él es un hombre que tiene las dos caras de la moneda, cara y sello. Cara para sentarse en el Congreso, y sello para matar con Joaquín, su hermano, promotor de los paramilitares. Así, matando, crearon el terrorismo en la región. Desde el 95 jamás ha hecho política pública. Por eso tiene poder.

SEMANA: ¿Y al ex gobernador de Sucre y ex diplomático Salvador Arana?

J.C.: Un bandido.

SEMANA: Hay gente que cree que usted simplemente está repitiendo un libreto.

J.C.: Yo viví todo eso y jamás se me va a olvidar. Las motosierras, los muertos, las extorsiones, las vacunas. Ahora lo que estoy haciendo es limpiando mi alma.

Publicado en SEMANA, Fecha: 11/18/2006 – Edición 1281

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