Guerrilla ha desarrollado modelo de “alta competitividad”


De esta manera lograron una intensa fundamentación y difusión ideológica, una reactivación cíclica de apoyo popular a la causa revolucionaria y la diversificación rentable y perdurable de fuentes de financiación.


1. ¿Qué dice sobre el origen del conflicto armado?


Para Vicente Torrijos, el origen del conflicto no nace de una guerrilla bondadosa comprometida con el sufrimiento de los sectores marginales de la población, sino por el contrario, se constituye a partir de la conducta agresiva de la subversión, sustentada en ideas políticas y prácticas atemorizantes. Para el académico, fue el Partido Comunista Colombiano de los años 40 y 50 el que inspiró y orientó la trasformación de las células armadas en estructuras permanentes que, con el paso del tiempo, generó que la violencia practicada por estas organizaciones se convirtiera en el mejor método para defender sus intereses económicos y organizacionales. En sus inicios fueron apoyadas por las alianzas estratégicas que surgieron de la revolución cubana y el Movimiento Continental Bolivariano.


El profesor reconoce que las conductas criminales en las que han incurrido agentes del Estado, en conjunto con otras organizaciones, para atentar “contra colectivos políticos de izquierda”, como lo fue el caso del exterminio de la Unión Patriótica, se constituyeron en factores que originaron nuevas oleadas de violencia.


2. ¿Cómo explica su prolongación y degradación?


Torrijos menciona que la prolongación del conflicto se puede explicar, entre otros factores, por el afán administrativo de los gobiernos para alcanzar acuerdos con las guerrillas, las cuales han presionado mediante actos terroristas a entablar las negociaciones. Asegura que los diálogos se han realizado en un conflicto “inmaduro” que solo ha traído beneficios para la insurgencia, pues el Estado, dice, “en vez de empeñarse en la continuación de las acciones armadas, concluyen, superficialmente, que es viable una negociación conducente a su desmovilización, sometimiento a la justicia, desarme y reinserción a la vida civil”.


Asegura en su análisis que los insurgentes desarrollaron un modelo de alta “competitividad estratégica” mediante la cual lograron una intensa fundamentación y difusión ideológica, la reactivación cíclica de apoyo popular a la causa revolucionaria y la diversificación rentable y perdurable de fuentes de financiación. Igualmente señala, que la prolongación del conflicto se ha debido a que la clase política no ha entendido las pretensiones de la subversión y sus dinámicas de emprendimiento mediante las cuales espera alcanzar sus objetivos, haciendo énfasis en que se perdieron los avances significativos que logró la Política de Seguridad Democrática durante los años 2002 a 2010.


De igual manera establece que la prolongación se ha generado porque las guerrillas no respetan “la normativa humanitaria bajo la presunción de que los gobiernos amigos con que cuentan seguirán secundándolas”, haciendo referencia a Cuba y a Venezuela, lo cual ha generado “que se libren de su perfil como organizaciones terroristas” y, a su vez, sean vistas como “agentes reconstituyentes del sistema”.


3. ¿Qué efectos deja la guerra?


Para Torrijos, la propagación del conflicto armado, en tiempo y espacio, ha traído como efectos que la sociedad se haya visto directamente involucrada como víctima; por un lado, recibiendo los estragos de la guerra y, por el otro, haciendo parte del conflicto, conformando grupos contrainsurgentes que “relegando al Estado, o valiéndose de su inoperancia, han tratado de tomar la justicia por mano propia”, incurriendo en actividades delictivas.


Enfatiza que los diálogos de paz antecedentes han sido vistos como procesos de seudorreconciliación, los cuales han ocasionado nuevas manifestaciones de violencia por la idea que han vendido a la sociedad de que cualquiera puede hacer justicia por cuenta propia y luego gozar de perdón y olvido. Propone entonces, para el actual proceso, la disolución de las guerrillas como organizaciones armadas, la renuncia a la violencia como metodología política y, por último, la reparación a víctimas mediante los recursos económicos de los canales legales e ilegales, tanto a escala nacional como transnacional.


4. Observaciones


Cobra relevancia señalar que, para Torrijos, la historia del conflicto está basada en los intereses de unas organizaciones subversivas que, en procura de fortalecer sus posiciones y la lucrativa explotación ilegal de recursos escasos, se fundaron aprovechando las expresiones de gamonalismo y voracidad de las elites nacionales y regionales. Donde al mismo tiempo han sido estas guerrillas las que han cohesionado el Estado democrático y sus instituciones para modernizarse y globalizarse.


Para el académico, varios factores han incidido en que el objetivo principal de las guerrillas haya cambiado hacia un tejido de redes trasnacionales, entre ellos, el triunfo de la revolución bolivariana y, el más reciente, el reconocimiento del delito político, lo cual ha dotado a las organizaciones de nuevas herramientas para prosperar y poder influir en el futuro político colombiano.


(*) Profesor de ciencia política y relaciones internacionales en la Universidad del Rosario.