Conflicto armado se incubó en zonas ricas del país


Para entender la naturaleza de la confrontación armada que ha sacudido al país por casi medio siglo, es necesario analizar el maridaje que se dio entre exclusión, criminalidad y narcotráfico.


1. ¿Qué dice sobre el origen del conflicto armado?


Duncan señala que si bien Colombia ha experimentado altos niveles históricos de exclusión social, económica y política, siendo el Frente Nacional la máxima expresión de restricción al acceso del poder político y a la competencia democrática, este factor no alcanza a explicar, por sí solo, el origen de lo que hoy conocemos como conflicto armado interno.


De hecho, sustentado en estudios realizados durante la década de los 90 por una ola de reconocidos economistas que se conocieron como los “economistas del crimen”, Duncan muestra que no fue en la zonas de mayor pobreza o exclusión donde se incubó el conflicto armado sino que, por el contrario, fue en la zonas ricas o de bonanzas extractivas donde este se concentró. A su juicio, para entender la naturaleza de la confrontación armada que ha sacudido al país por casi medio siglo es necesario analizar el maridaje que se dio entre exclusión, criminalidad y narcotráfico.


En su análisis sobre las guerrillas, advierte que si bien el grueso de las filas guerrilleras estaba integrado por campesinos provenientes de zonas marginales y excluidas, bien porque fueron reclutados a la fuerza o bien porque se vincularon a la insurgencia como único medio de realización personal, laboral o, incluso, por razones de seguridad, la “comandancia revolucionaria” no provenía propiamente de sectores excluidos sino de las capas medias de la sociedad, con acceso a formación universitaria y posibilidad de movilidad internacional.


Para este autor, este punto es relevante en la medida que muestra cómo durante las décadas de los 70 y 80, las guerrillas lograron mantenerse vigentes, principalmente en regiones de reciente colonización y de precario desarrollo del aparato estatal, gracias a una combinación de elementos propios del contexto de esa época: por una lado, factores de exclusión, principalmente de los servicios de seguridad y justicia que las guerrillas, inicialmente, y los paramilitares después, supieron suplir con relativa eficiencia. De otro lado, la “exaltación de ánimos” en las clases medias latinoamericanas (y Colombia no fue la excepción) que anhelaban cambios políticos luego del triunfo de la revolución cubana.


2. ¿Cómo explica su prolongación y degradación?


A juicio de Duncan, la práctica criminal del secuestro y la irrupción del narcotráfico terminaron delineando la naturaleza que adquirió el conflicto armado desde la década de los 90 hasta nuestros días. Y ello porque el uso sistemático y recurrente que hicieron las guerrillas del plagio como “método de financiación de la revolución” terminó destruyendo el aparato productivo de pequeñas localidades, generando de paso un creciente rechazo e indignación hacia las organizaciones subversivas.


En este escenario, caracterizado además por la poca capacidad de reacción del Estado, se hizo más evidente la necesidad de protección y seguridad, así fuera por parte de agentes privados. La consecuencia natural fue el surgimiento de escuadrones contrainsurgentes, varios de ellos entrenados por Fuerzas Militares. Y así como las guerrillas se expandieron en tiempos dominados internacionalmente por los vientos de la revolución cubana, los grupos de “autodefensa” florecieron en épocas de la guerra fría y el terror infundado contra el comunismo.


Para Duncan, el narcotráfico jugó un papel trascendental en la prolongación del conflicto, no solo por el alto flujo de capitales que le inyectó a las organizaciones alzadas en armas en contienda, lo que aumentó significativamente su capacidad militar, sino también porque redefinió la naturaleza misma del conflicto: la disputa por territorios cobró importancia en función del valor estratégico que estos encerraban en la cadena del narcotráfico. Así, paradójicamente, el conflicto se convirtió en factor de inclusión de territorios claves para la producción de alcaloides y por ello, perpetuarlo se hizo necesario para los intereses de los narcotraficantes.


3. ¿Qué efectos deja la guerra?


Si el narcotráfico corrompió a las guerrillas y terminó delineando la verdadera naturaleza de los grupos paramilitares liderados por Carlos Castaño, algo similar o peor ocurrió con el orden político en las regiones periféricas donde se instaló esta actividad económica ilegal. Los excedentes del narcotráfico terminaron por erigir a los denominados “señores de la guerra”, es decir, caudillos de poderosos ejércitos irregulares que, en Colombia, fueron los paramilitares, quienes decidieron asumir funciones de Estado, guiados por profundas aspiraciones de autonomía soberana.


En ese contexto, los viejos políticos de las regiones vieron en los “señores de la guerra” la mejor opción para consolidar su poder político local y de ahí dar el salto de la región al centro del país. Al final de su ensayo, Duncan advierte que en Colombia, desafortunadamente, la guerra ha sido el medio por el cual diversos grupos sociales (agrarios, políticos, económicos) han tramitado sus problemas de exclusión e inclusión, tanto en el sistema económico a través de la criminalidad y el narcotráfico, o bien en el sistema político y del poder por la vía de la lucha armada.


(*) Investigador y profesor de Ciencia Política de la Universidad de los Andes.